lunes, 28 de febrero de 2011

Corazón y pases cortos, por Ezequiel Leone




El histórico fútbol champagne mutó por el histérico fútbol moderno. Pero la estéril disquisición en torno a los modos para conseguir resultados sigue a la orden del día.
Jugar bien o mal es una cuestión de coyuntura. Académicamente, ser inteligente es adaptarse a situaciones nuevas y la cátedra, entonces, interpreta como pensantes a muchos equipos que priorizan el sudor y la firmeza defensiva por sobre el desequilibrio en ataque.
En fin, la esencia del juego debería ser la misma que años atrás. Aunque la preparación y las presiones se han modificado.
Desdeñar desde el paradigma que indica que todo tiempo pasado fue mejor sería simplificar el análisis.
Hoy por hoy, goles son razones. Entonces, Falcioni acierta o se equivoca en sacar a Riquelme dependiendo de la suerte aritmética que corra su Boca frente All Boys; el planteo de Jota Jota López en cancha de Independiente gana prolijidad y pierde esa “extrema cautela” que le había valido críticas un puñado de horas antes. Y continúan las firmas.
La infinita capacidad de Barcelona y los destellos del Arsenal inglés invitan a creer que se puede jugar lindo en medio de la crispación.
El buen fútbol, de todos modos, no requiere exclusividad de Sombreros y Gambetas. Quizás, en la mezcla de corazón y pases cortos exista una receta para acercarse a un ideal imposible.
Los resultados seguirán marcando las tendencias y el fútbol lucirá orgulloso esas ropas. Guste o no, la realidad apremia y no disimula.



** Nota de Ezequiel Leone, Editor de deportes del diario El Argentino. Muchas Gracias por esta excelente nota.

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