lunes, 28 de marzo de 2011

Nuevo sistema de clasificación a las copas. ¿Una buena noticia?








Se conoció en estos días el nuevo sistema de clasificación a torneos internacionales para equipos argentinos y la medida tuvo una generalizada aceptación, ya que resulta en principio saludable que la competición continental se abra a más equipos. No obstante hay algunos aspectos que no podemos dejar de analizar y que a priori me generan cierta inquietud. En nuestro continente las opciones son dos: Copa Libertadores y Copa Sudamericana, dos competiciones semestrales que se disputan en momentos diferentes del año, una en cada mitad. A mi se me plantean algunos interrogantes y me gustaría responderlos antes de dar mi opinión sobre la decisión.
El plantel con el cual se va a afrontar el año futbolístico se arma en el receso de invierno y se refuerza en el verano. Si un club va a disputar una copa va a necesitar un plantel más amplio y seguramente se reforzará en cantidad y calidad de jugadores. En un semestre con muchos partidos seguramente habrá rotación, lesiones y si se obtienen los resultados esperados el aprovechamiento del plantel va a ser óptimo en ese semestre. Pero nuestro fútbol cuenta con una realidad, pocos equipos tienen planteles propios y desarrollo de divisiones inferiores, entonces apelan a “alquilar” jugadores. El problema es que los jugadores normalmente se “alquilan” por un año, pero la competencia doble la vamos a tener en un solo semestre, el resto del año nos van a sobrar jugadores, perjudicando más la ya pobre economía de las instituciones del fútbol argentino. Algunos me dirán que el nuevo sistema se asemeja al de España o la mayoría de las ligas europeas y allí funciona perfecto, es cierto, pero por esos lados el sistema se aplica ante competencias simultáneas (Champions League y Europa League) con torneos locales anuales, sin la presión permanente del promedio y con clubes mucho más poderosos desde lo económico. Entonces ¿Estamos realmente tomando un sistema y adaptándolo a nuestra realidad o simplemente estamos parchando un sistema defectuoso? Alguno me dirá que los clubes tienen la opción de contratar jugadores por 6 meses, pero ¿Realmente un jugador puede amoldarse a un equipo en ese período o tendremos que esperarlo 3 para que se ponga a punto y para cuando lo esté quizá ya no lo necesitemos? En mi opinión los clubes van a terminar ahondando en su crisis de proyectos.
Hay cambios que son necesarios pero si no se realizan en conjunto pueden tener el efecto exactamente opuesto al que se busca obtener. Me parece muy bueno que los clubes que disputan uno y otro torneo no sean los mismos, que clasifiquen por puntos, que se priorice a los anteriores campeones, que todos tengan las mismas chances de disputar este tipo de torneos sin limitarnos a un grupo de equipos “grandes”, pero debe hacerse en un contexto diferente. Por un lado es importante contar con torneos locales anuales para que aquellos equipos que no cuenten con grandes presupuestos no tengan que verse en la disyuntiva entre endeudarse o tener que elegir entre copa y descenso, sin sistema de promedios para que no tengan que “pagar” por malas campañas pasadas. Desde la dirigencia del fútbol continental deberían plantearse competiciones anuales y simultáneas, de modo de no cargar la agenda de partidos y que no sea necesario tener dos planteles para hacer un papel digno que muchas veces ni se consigue.
Hace tiempo que se pedía un cambio y es buena señal que empiecen a proponerlos y aceptarlos, pero hay que hacer los cambios inteligentemente para que realmente cumplan su objetivo y no se queden simplemente en medidas incompletas que lejos de ayudar pueden ocasionar aún mayor daño. Desde mi postura (algunos la compartirán y otros tendrán una posición diferente), no critico la medida, la aplaudo, pero me parece que no se la implementa en el contexto adecuado. En realidad, si lo pensamos bien, el contexto que rodea a nuestro deporte por estos lados tiene muy poco de adecuado. Espero equivocarme y que todos salgan beneficiados con este sistema, yo lamentablemente dudo que así sea. El tiempo dirá

lunes, 21 de marzo de 2011

¿Hasta cuando vamos a estar de luto?








Antes de escribir esta nota pensé en una palabra que defina a aquellos que han perdido por completo el sentido que tiene el valor por la vida. La primera palabra que se me ocurrió fue “locura”. Busqué cuáles son los síntomas de esta patología y lo primero que leí fue “el afectado muestra una conducta que se aparta de la normalidad de una forma determinada”. Me quedé pensando un par de segundos y me di cuenta que el loco soy yo, porque el concepto de “normalidad” se distorsionó tanto que ya nada de lo que creo es normal, ninguna de las cosas por las que lucho y defiendo es normal. ¿Cómo llegamos a esto? Bueno, en realidad estamos viendo la misma película una y otra vez, pareciera no cansarnos nunca. Bueno a mí personalmente me cansó.
Horas después del incidente en cancha de Vélez empezó el reparto de culpas y ahí ya erramos el camino. ¿Cómo hacemos para repartir algo que es de todos? No la repartamos, la compartamos.
Ninguno de los que vamos a la cancha o cualquier espectáculo vamos a negar que la policía muchas veces toma actitudes provocadoras y terminan generando comportamientos violentos, pero nosotros somos o debemos ser lo suficientemente inteligentes como para no entrar en un juego en el que perdemos seguro.
Tampoco podemos negar la intolerancia del hincha que se cree dueño de la vida de los jugadores, dueño del club, dueños de la seguridad, y se siente libre de insultar, defenestrar e increpar a los profesionales que defienden la camiseta que decimos amar.
Los mismos jugadores muchas veces generan situaciones que bien se podrían evitar y que justifican con frases como “uno en el partido tiene las pulsaciones altas” o “lo que pasa en la cancha queda en la cancha”. No señores, lo que pasa en la cancha no queda en la cancha, hace rato que eso ya no es así.
Los dirigentes por su parte no solo niegan vínculos con barrabravas sino que los defienden y los hacen socios de sus negocios, muchas veces hasta los convierten en empleados de seguridad de los clubes. Siempre recuerdo cuando el ex presidente de un club cordobés salía en todos los medios a decir que no conocía a los barrabravas de su hinchada y a la tarde se juntaba con ellos en un bar céntrico, a la vista de todos.
Desde el lado de los medios, sobran los ejemplos de casos en los que se justifican ciertas actitudes. Frases como “es entendible que el hincha insulte, porque paga la entrada” se escuchan permanentemente, se justifica todo, se tilda de picardía cuando un jugador simula o exagera. El fútbol ya no se vive como un entretenimiento, se vive como una guerra.
Periodistas, hinchas, dirigentes, jugadores y barras son actores del mundo fútbol, pero este problema excede ampliamente el deporte, es un problema de la sociedad argentina en conjunto y como tal debemos encararla. No se gana nada quitando puntos a un equipo ni jugando solo con público local, eso es patear el problema y reconocer nuestra propia ineptitud. Ayer mismo, horas después del incidente en Liniers, en el partido Gimnasia de Jujuy - Instituto una bengala impactó contra dos jugadores (uno de cada equipo), increíblemente el partido continuó. El resultado es una anécdota, lo preocupante es que no tenemos más tragedias por mera casualidad.
El año pasado sucedió algo similar en el partido entre Independiente y Defensor Sporting, se elogió la valentía del arquero uruguayo en continuar jugando, una locura. La solución fue suspender la cancha del equipo local, como si los otros estadios tuvieran un escudo protector que impida que un inadaptado tire una piedra.Son solo ejemplos, esto pasa tan a menudo que se volvió normal.
Los responsables nunca pagan, nunca van presos y si lo hacen salen, con suerte, a las semanas dependiendo el impacto mediático del hecho que perpetuaron. Aún si la policía cumpliera su papel deteniendo a los delincuentes, las leyes están diseñadas para que vuelvan a las calles.
Hoy todo el mundo pide soluciones inmediatas. Les tengo noticias, las soluciones inmediatas no sirven ante problemas tan complejos, menos si esperamos que las apliquen aquellos que nos llevaron a esta realidad. ¿Realmente pensamos que Grondona va a elaborar un plan de seguridad en las canchas cuando el mismo tiene complicidad con los barras? ¿Realmente pensamos que los dirigentes van a plantar bandera contra el responsable del fútbol argentino cuando ellos actúan exactamente de la misma manera? ¿Realmente pensamos que los políticos van a dictar leyes que aseguren que los delincuentes se queden adentro cuando los utilizan como banderas políticas? ¿Realmente pensamos que nosotros vamos a hacer algo cuando parece que la educación, el respeto y los buenos valores cada vez nos importan menos? ¿Realmente pensamos que podemos poner límites cuando nosotros vivimos borrándolos?
Lo que debió ser regla se convirtió en excepción. Hoy llama la atención que una hinchada aplauda el gol de un jugador rival, lo “normal” es que deba ir a patear un córner con escudo y protección policial. Basta, por favor, basta de repartir culpas, compartamosla, nos hagamos cargo y exijamos que aquellos que no quieran una sociedad sana de un paso al costado, dejemos de mirar de reojo. Esto no va más. Yo quiero escribir de fútbol, no de seguridad y muerte, ese no el deporte que yo amo. El problema es social, no debemos ser tan miopes de pensar que se limita al fútbol, pero tampoco seamos tan facilistas de justificar los hechos de violencia que empañan a la pelota diciendo que como la sociedad es violenta no podemos hacer nada desde nuestro rol. Empecemos desde el fútbol y vayamos por más. No reclamemos soluciones inmediatas, paremos, pensemos y demos de una vez por todas pasos firmes.

jueves, 10 de marzo de 2011

El valor de las ideas



¿Qué sería de nosotros si no estuviéramos permanentemente aprendiendo cosas? 
 Muchas veces tendemos a creer que sabemos todo y esa sensación se mantiene hasta que nos chocamos con una realidad diferente. Las realidades a veces niegan lo que creemos, lo transforman o lo potencian y en ese sentido el fútbol esta semana me enseñó una cosa más: podemos hablar de tácticas, de estilos, de merecimientos, de justicias e injusticias, pero nada es más importante que una idea y lo convencido que se esté de que ESA es la idea correcta. El fútbol divierte y enseña, todo en 90 minutos.
Después del partido de ida entre Barcelona y Arsenal aquellos que amamos la pelota al suelo y bien jugada nos quedamos esperando descifrar cuál iba a ser la propuesta de dos equipos con realidades diferentes pero con filosofías similares. El resultado fue un Barcelona absolutamente dominador que obligó al club inglés a hacer lo que menos sabe, defenderse sin la pelota. Después del partido hablando con un periodista al cual respeto mucho debatíamos sobre la actitud de los Gunners y hasta qué punto planificó defenderse cerca de su arco. En mi opinión, el Barcelona lo redujo a eso jugando a lo mismo que viene jugando desde hace muchos años y que ya destacamos muchas veces. Entonces, si esa es la receta para ganar ¿Por qué no juegan así todos? La respuesta es, “Porque no todos pueden hacerlo”. El Barcelona tiene algo muy importante en el fútbol, una idea, y todos, desde sus dirigentes, técnico y hasta el último de los juveniles tiene pleno convencimiento de esa idea; eso se vive y a eso juegan.
En el ámbito local jugaba otro Arsenal, el de Sarandí, ante Independiente. El local no cuenta con grandes figuras y apuesta a un fútbol que no a muchos les gusta, es cierto, pero tiene una idea y se aferra a ella. Al frente, Independiente parece haberla perdido hace rato y eso se notó en la cancha. Un equipo fue ordenado, el otro improvisado, uno jugó a lo que sabe, el otro no supo a qué jugar, y el resultado no podía ser otro, goleada para los de Sarandí. En ese sentido la realidad de Independiente nos hace preguntarnos ¿Cómo un equipo puede cambiar tanto en sólo unos meses? ¿Cómo se pasa de ganar un torneo internacional a perder el rumbo definitivamente como vimos hoy contra Godoy Cruz? Cuando buscamos respuestas siempre tendemos a analizar lo que pasa adentro de la cancha y lo separamos de lo que pasa afuera. La comunión de ideas que destacamos en el Barcelona es de lo que carece absolutamente Independiente. La realidad de una institución la forman muchos actores, desde los jugadores hasta los dirigentes, periodistas e hinchas. Cuando todos siguen rumbos separados las ideas desaparecen, se generan conflictos innecesarios, los objetivos se pierden y el apoyo incondicional se transforma en un reproche constante sin distinguir destinatarios. Así las cosas, la mente empieza a funcionar y los golpes duelen el doble, la confianza desaparece y todo se percibe imposible. Cuando se pierde la claridad para pensar se piden cabezas y rápidamente tratamos de encontrar villanos que focalicen todas las culpas. De esa manera pensamos que al eliminar al villano se solucionan todos los problemas y se vuelve a empezar de cero, pero lamentablemente es sólo una ilusión. Los que seguimos la realidad de Independiente vimos pasar a muchos DT, muchos jugadores y muchos dirigentes, la mayoría de ellos sin suerte y algunos con algún logro aislado. Se fueron muchos “villanos” pero los problemas son siempre los mismos. Hoy la realidad marca que se cuestiona al DT (con sus errores y aciertos, muchos o pocos), se cuestiona a los jugadores y se pide la cabeza del presidente del club. Sin emitir juicio de valor sobre ninguno de ellos la experiencia me hace pensar que, aún prescindiendo de todos los mencionados, la historia se volverá a repetir. Para cambiar una realidad tan profunda se tiene que apelar a una idea y volver a creer en ella, creer todos juntos y crecer todos juntos. De nada sirve reemplazar piezas cuando el conjunto no está articulado. Los hinchas tenemos que volver a creer en un club grande, actuar en consecuencia y exigir los dirigentes adecuados. Parafraseando a un gran amigo, “todo está en la cabeza”, una idea es capaz de hacer grandes cosas, pero hay que creerla y defenderla mas aún en los peores momentos. Los caminos no son sencillos, se avanza y se retrocede. Cuando todo un club tiene clara una idea, es mucho más sencillo que adentro de una cancha las cosas salgan como se espera. Eso es justamente lo que el fútbol me enseñó esta semana, y solo en 90 minutos.