domingo, 2 de diciembre de 2012

Hundido




Decepción, dolor, bronca, rabia, desesperación, desconcierto….. puedo seguir todo el día citando adjetivos para describir lo que siento por ver al amor de mi vida morirse de a poquito. Independiente se está muriendo. Y basta de mirar para todos lados buscando culpables y responsables. Si querés encontrarlos empezá a mirarte un poco más a vos mismo.
El proceso que hoy nos encuentra regalando todo el prestigio que se ganaron generaciones enteras de jugadores, dirigentes e hinchas no se perdió en un año. Para destruir tanta grandeza hace falta mucha inoperancia, mucha delincuencia, mucha obsecuencia barata y muchísima pero muchísima más indiferencia por parte de los que hoy formamos la familia del rey de copas. A Independiente lo mataron y nosotros los dejamos matarlo. Hoy todos lloramos, nos victimizamos, escribimos nuestro dolor en las redes sociales, acudimos a programas radiales que los domingos se transforman en verdaderas terapias de grupo pero que el lunes temprano se aprestan a sembrar más mierda de la que ya nos desborda, exigimos encontrar en Javier Cantero a un salvador infalible, pero somos los primeros en pedirle que arregle con Julio Humberto Grondona para que éste nos dé su “visto bueno” y así continuar en primera. A nuestro presidente ahora  le rogamos que “se deje de joder con la barra”, que tenga “mayor presencia en AFA” y que siga endeudando al club para traer a estrellas que cuando lleguen no van a rendir por el simple hecho que, hoy, Independiente es un club tóxico capaz de destruir cualquier buen proyecto que se intente armar, porque sus bases están totalmente destrozadas. ¿En serio pretendemos conseguir una “salvación mágica” pactando con quienes destruyeron a un club que supo ser modelo a nivel mundial? Resulta inentendible que tengamos el horizonte tan desviado.
Así y todo es más fácil levantar el dedo y señalar. Insultamos a los jugadores, los increpamos, los amenazamos y los tildamos de delincuentes. A veces nuestro propio comportamiento se parece bastante a aquél por el cual después nos escandalizamos cuando hablamos de los barras.  ¿Algún día nos daremos cuenta que en todo este tiempo pasaron cientos de jugadores, de calidades diversas y que el resultado es siempre el mismo? ¿Vamos a seguir acumulando nombres inútilmente sabiendo perfectamente cómo va a terminar la historia? Mi respuesta es NO. A Independiente hay que refundarlo, pero esta vez nos toca ser responsables a nosotros. ¿Cómo lo hacemos? Sabiendo escuchar, sabiendo diferenciar lo importante de lo urgente. Tenemos que entender que el problema es serio y que si tenemos que descender para empezar a reconstruir habrá que aceptarlo y trabajar el doble, cada uno desde su lugar. Los hinchas alentando, no insultando. Los medios partidarios informando, no haciéndose los analistas y los dueños de la verdad cuando apenas son, muchas veces, estudiantes haciendo de periodistas. Los dirigentes cuidando nuestro patrimonio, no peleándose por twitter. Los jugadores entrenando y exigiéndose al máximo. En fin, todos nosotros cuidando de la hermosa familia de la que tenemos el honor de ser parte y que la descuidamos por tanto tiempo. No es tarde ni aún descendiendo. Los grandes lo son porque salen de las difíciles e Independiente es más que eso, es enorme.
Lo que está en juego es nuestra pasión. Yo no quiero más sentir ese dolor en el pecho cada vez que se va acercando el partido de mi rojo. Hoy mi pasión se convirtió en una carga, no me deja pensar, no me deja dormir y me saca la sonrisa. Quiero que las lágrimas, que intento, sin éxito contener, vuelvan a ser de alegría.  Solo depende de que dejemos, con el perdón de la palabra, de hacernos los boludos. 
Te Amo Independiente.

martes, 22 de mayo de 2012

¿Qué te han hecho?


El título de esta nota fue la pregunta que me hice el domingo, apenas pasadas las 17 hs. 90 minutos antes, me había puesto mi camiseta con el entusiasmo de estrenarla el mismo día que mi equipo y la ilusión de convertirla en mi nuevo amuleto. Pero no hay amuleto posible cuando lo que pasa adentro de la cancha decepciona de la manera en que lo hizo. Claro, no era muy arriesgada mi apuesta, jugaba un club grande de la Argentina contra un equipo golpeado y a horas de su descenso a segunda división. Aposté a lo que parecía seguro, pero déjenme decirles que perdí.
El partido en cuestión fue Independiente – Olimpo. Si están medianamente informados deducirán que el color de mi camiseta no era amarillo y negro. Créanme que en la primera jugada del partido supe cuál sería el resultado y no faltó mucho para que lo confirmara. Este Independiente es uno de los equipos más pobres que me tocó presenciar como hincha. Ya no me pregunto por qué uno u otro jugador son titulares, me pregunto cómo llegaron a trabajar de futbolistas. Pero les juro que lo entiendo, a veces no se puede armar un gran plantel, más con la actual situación económico-financiera de la institución. Llegué al extremo de tolerar un equipo que juegue a nada y los que siguen mis notas sabrán que es demasiado para mí. Pero no puedo tolerar ver jugadores sin alma. Ver que apenas empezado el partido 5 tipos se quedan parados levantando la mano y sólo uno siguió la jugada es increíble, inaceptable. Lamentablemente ése último no era de mi equipo y la pelota terminó adentro del arco.
Sé que ustedes solo me están leyendo y no me van a contestar, pero les pregunto cómo se llegó a esto. Hoy les escribo como hincha aunque juré mil veces no hacerlo. Pero no soy periodista, yo soy hincha así que me permito violar esa regla que me impuse. Minutos después de terminado el partido mi papá, que me vio con bronca, me dijo “no te calentés, Independiente no tiene jugadores”. Le dije “papá, eso ya lo sé, hace rato que no los tenemos, pero ¿Cuándo perdimos el alma?” Aún en mi deplorable condición física si me pusieran la roja, les juro que correría hasta que se me gasten los pulmones, porque a mi club lo amo. Esos tipos que dicen ser verdaderos profesionales son privilegiados, ganan mucho dinero, hasta el más limitado de ellos. Hacen sacrificio, así se justifican. Todos lo hacemos y por mucho menos dinero. El futbolista es un privilegiado y, en vez de cuidar a quien le otorga ese privilegio, actúan como si nada importara.
Cuando hablo de alma, no me refiero a correr como tontos atrás de la pelota, me refiero a que si la pelota está suelta y vas a trabar, tiene que quedarte a vos. Vos sos el primero en ir a buscarla y a la jugada la seguís hasta el final. Me refiero a comprometerse con la camiseta que llevás puesta, más en un club que se está esforzando en hacer las cosas bien después de demasiado tiempo. A que si perdiste no te tomes dos días de descanso, descansá lo mínimo necesario y rompete el lomo por ganar el próximo partido o, por lo menos, mejorar.
Señores, les pregunto, ¿Cómo puede ser que desde el semillero de uno de los clubes más grandes de América no puede surgir un lateral con mejores condiciones futbolísticas que Gabriel Vallés o Adrián Argachá? Si llamamos a cada uno de los formadores que tiene la cantera y no puede darnos por lo menos dos o tres alternativas mejores, debería venir con el telegrama de renuncia en la mano. Si son hinchas del rojo piensen y traten de recordar cuál fue el último lateral derecho surgido con éxito de las inferiores. Les puedo asegurar que les va a costar responderlo.
Para colmo de males, un día después escucho la noticia de que nuestro vicepresidente renuncia o “pide licencia” por amenazas serias de muerte. El club está destrozado y yo también. No hay un solo aspecto en el que la situación de Independiente pueda calificarse de positiva. La dirigencia, a la cual en algún momento analicé y le marqué algunos errores, está haciendo realmente un trabajo titánico. Me pongo en su piel y me da la sensación que están tratando de parar una avalancha con una pala. Siento que en algún momento la nieve los va a alcanzar y no por sus deficiencias, sino porque la avalancha es muy grande.
Las ayudas que se reciben son solo fotos políticas. Les pido que me perdonen si soy injusto, pero no puedo ser optimista con respecto a la ayuda política siendo que el Gobierno Nacional creó aquél engendro llamado “Hinchadas Unidas Argentinas” con el actual villano de turno, Bebote Álvarez, a la cabeza. Tampoco puedo ser optimista con respecto a la ayuda que promete la AFA cuyo presidente fue cómplice durante más de 30 años de todos los males que aquejan a nuestro deporte y en todos los frentes. Si mi club está fundido es en gran parte responsabilidad del Sr. Grondona, como cabeza del organismo encargado de controlar a mis dirigentes. No es raro entender esa complicidad cuando la AFA se convierte en el principal acreedor de mi club y que no cobra con dinero, sino con complicidad para otros negocios que le generan aún más billetes.
No puedo confiar tampoco en la ayuda de otros clubes, cuando sus dirigentes tienen miedo de apoyar explícitamente la lucha de nuestro presidente y, cuando lo hacen, lo hacen sólo de palabra. Sino que alguien me explique por qué Angelici no aplica el derecho de admisión para con su barrabrava. Y nombro a Angelici solo por dar un ejemplo.
Bueno, entonces confiemos en el Coprosede. Ah, no, la única solución que me puede plantear este organismo es cerrar la entrada de hinchas a la cancha, salvo que en el torneo esté uno de los denominados equipos grandes. De hecho, cuando River descendió al Nacional B, los hinchas visitantes pudieron volver, la violencia desapareció por arte de magia. La solución que nos da el organismo encargado de planificar la seguridad deportiva es básicamente reconocer su propia incapacidad. ¿Hace falta una comisión para decidir que no se puede enfrentar el problema? No.
Así está mi Independiente, mal en lo deportivo, mal en lo económico, mal en lo financiero y desprotegido en lo institucional. Sólo quedamos los hinchas y un puñado de dirigentes honestos con ganas de pelearla a pesar del resultado casi ya definido.
Cuando terminé de preguntarme y pensar en todo eso, sonó el silbato del árbitro. Tres puntos que se perdieron y un futuro que asusta. Y ahí fue cuando me pregunté ¿Qué te han hecho?, aunque debería preguntarme ¿Qué te hemos hecho Independiente? Perdonanos, ¿Qué podemos hacer para resucitarte? …. e Independiente me respondió: “Con alma”. Tenemos que poner el alma todos; hinchas, jugadores y dirigentes, porque estamos solos. Si no ponemos el corazón nuestro enfermo se muere. Demostremos y ratifiquemos que seguimos siendo el verdadero Orgullo Nacional.

PONGA HUEVO INDEPENDIENTE 


lunes, 16 de abril de 2012

Locuras del fútbol argentino

¿Qué nos pasa? ¿Cuál es nuestro problema? ¿En qué momento perdimos el rumbo de la manera en que lo perdimos? Son preguntas que me hice y me sigo haciendo. Hacía mucho que no escribía una nota de opinión y vuelvo a hacerlo lamentablemente con temas recurrentes, pero agravados.
Como hincha de Independiente, esperé el día sábado con mucha ilusión, con la ansiedad de un clásico a la vista. En la cancha, mi equipo me regaló una enorme sonrisa, desde el resultado, desde la actitud y desde algunos síntomas que demuestran que está naciendo un equipo, que no brilla pero se acomoda de a poquito después de golpes recurrentes sufridos desde el plano deportivo y dirigencial. No son pocas las veces que critiqué actitudes de mi propia hinchada, pero el clásico esta vez nos mostró unidos en una fiesta, como debe ser. Del otro lado, la hinchada académica también se comportó de manera correcta y sin violencia. Pero, cuando el hincha se comporta, parece que quienes tienen que dar la nota negativa son los mismos jugadores.
Empecemos por uno de ellos, Teófilo Gutiérrez. No estoy de acuerdo con los que lo tildan de “crack”, pero a las claras se trata de un muy buen jugador cuando se dedica a patear la pelotita y no a armar pequeñas novelas con propios y ajenos. El sábado dio una muestra más de lo irrespetuoso que puede ser este personaje, no sólo con los rivales, sino con sus propios compañeros e hinchas. Entre domingo y lunes escuché a varios simpatizantes de la academia preguntar ¿Quién es el culpable de lo que pasa con “Teo”? Mi respuesta es simple: ellos mismos. El hincha de Racing hoy se queja de actitudes que festejó cuando el perjudicado fue el rival. Al colombiano se le justificó desde lo deportivo comportamientos que exceden dicho ámbito. No caben dudas que, si Gutiérrez hoy metiera un gol por partido, sus faltas de respeto no serían centro de los numerosos análisis que nos toca presenciar hoy.
Pero no fue lo único que me indignó este fin de semana. Ya terminando el domingo, con la derrota de Boca Juniors consumada y esperando un resumen de goles de mi equipo me encuentro con la sorpresa de un hecho más de violencia, con la particularidad de que esta vez enfrentó a jugadores e hinchas. Los simpatizantes de Tigre se desubicaron y profesionales de la experiencia de Santiago Silva dejaron de serlo y se fundieron en trompadas. Cada vez peor.
Ya hoy lunes, los medios volvieron a desviarse de lo futbolístico, ignoraron la victoria de mi equipo y se centraron en estos dos hechos. Después de calmar mi bronca por ese hecho, me dispuse a escucharlos. Hablaron de discriminación, xenofobia, de gastadas, operativos policiales y demás. Opiniones al margen, se olvidaron de algo importante. ¿Acciones como la de Santiago Silva no justifican una sanción? ¿Damos por hecho que una maniobra impropia por parte de un grupo de hinchas justifica una reacción igual o más irracional? No creo que deba ser así.
Volviendo a las preguntas que planteé al principio de la nota me aventuro a dar mis propias respuestas. Nos pasa que la educación hace rato dejó de ser parte de nuestro sistema de valores. Nuestro problema es que vivimos el fútbol como una guerra y no como un juego, y al rumbo lo perdimos en el momento en que dejamos que el negocio se adueñara de nuestro deporte.
Desde estas palabras vuelvo a plantar bandera y a ponerme en la vereda del frente de un fútbol que no me gusta, en la cancha y afuera de ella.


jueves, 1 de marzo de 2012

La historia de siempre


Dicen por ahí que si uno sabe que lo van a estafar y no hace nada por evitarlo no existe estafa sino estupidez. Algo de eso hay en el tema de la semana del fútbol argentino que, una vez más, nos deja a todos los que estamos convencidos de la necesidad de un cambio con una sensación de impotencia.
 Allá por los comienzos del torneo cuando Boca Juniors anunciaba la contratación de Santiago Silva, con la aclaración de que se trataba sólo de un refuerzo para la Copa Libertadores, los memoriosos augurábamos este desenlace. En estos días se confirmó: Santiago Silva podrá disputar el torneo argentino.
Una vez más, la ley se tuerce a favor de un equipo poderoso. Ya no llama la atención que Boca incurra en este tipo de “controversias”, pero la culpa en este caso lo excede. Los clubes del fútbol argentino, en casi su totalidad, aprobaron esta decisión. Nuestros representantes dejaron por un rato de lado el compromiso de defender nuestros intereses y actuaron en pos de intereses ajenos. El “por un rato” es sólo una expresión idiomática ya que nos tienen acostumbrados a este tipo de comportamientos, absolutamente contrarios a los que su mandato los obliga.
Hace días, en este mismo espacio, criticaba la cercanía de uno de nuestros nuevos dirigentes con la máxima autoridad de AFA y repudiaba cualquier tipo de “colaboración desinteresada” por parte del otrora ferretero. No pasó mucho tiempo para que mis sospechas se confirmen ya que días después este dirigente dio su primer voto positivo, su primera devolución de gentilezas. Sería injusto caerle sólo a un dirigente cuando esto es generalizado, pero lo remarco porque me sorprendió ver tan rápidamente le eficacia de aquél aval otorgado por Julio Grondona allá por comienzos de año al club presidido por este dirigente.
¿Alguna vez entenderán nuestros representantes que lo que ellos reciben como “ayuda” se trata de una compra de voluntades que sigue destruyendo las bases institucionales de nuestro fútbol? Quizás lo saben y el negocio les sigue cerrando. A los que no les cierra es a los clubes y a los socios de esos clubes, que a pesar de la “desinteresada” colaboración de AFA siguen devastados.
 Decisiones como la de esta semana no hacen otra cosa que alejarme de un fútbol que supe disfrutar. No es casualidad que el nivel de juego sea tan bajo, sabiendo que los partidos y los torneos se definen cada vez más las oficinas de AFA y cada vez menos en los estadios.
Lo más grave de todo es que lo que antes nos sorprendía y nos indignaba, hoy lo anticipamos y hasta lo justificamos. Hay cuestiones en las que es necesario que plantemos bandera y exijamos seriedad, ésta es una de ellas.

viernes, 24 de febrero de 2012

Momento de Análisis


Allá por diciembre, a los hinchas de Independiente nos volvió el alma al cuerpo. Se expulsó del club a una dirigencia nefasta que esperamos no volver a ver nunca más por las inmediaciones del estadio, sede o cualquier lugar que tenga que ver con nuestro amado rojo. EL responsable de eso fue Javier Cantero, por haber presentado una propuesta simple, transparente, con buenas ideas y con mucha valentía para salir a enfrentarse a un monstruo que tenía respaldo por todos lados. El hincha hizo su parte, su gran parte, y a fuerza de votos le dio el espaldarazo que Cantero necesitaba. Ese día se me puso la piel de gallina, veía a mi Independiente volver, me prometieron una revolución y yo, con todas mis limitaciones económicas, de distancia, de tiempos e intelectuales, estuve agradecido de formar parte y poner aunque sea medio peso para ayudar a esta dirigencia a hacer historia, a recuperar la historia grande de mi club. Pero también me juré ese día que iba a ser muy exigente, que no iba a dejar pasar una sola, porque el club ya no puede aguantar otra decepción, porque aprendí de golpes anteriores. Y acá estoy marcando justamente las cosas que me gustan, pero mucho más aquellas que me preocupan.
Voy a empezar por los puntos positivos. Como algunos sabrán, y otros no, mi profesión se perfila para un costado empresarial y, a raíz de ello, no podía entender la manera en la que se estaba subexplotando la marca de un club que supo ser gigante a nivel mundial. Desde la nueva dirigencia parecen haber entrado en ese detalle y comenzaron a trabajar fuerte en el Marketing de Independiente Una decisión acertada e importante para generar recursos propios que, en tiempos de hoy, es fundamental.
La auditoría que se está llevando a cabo es importantísima y es otro punto destacable, muy positivo, porque nos va a dar esa posibilidad que tanto pedimos de poder exponer a los delincuentes que se robaron nuestro club. Es una iniciativa que se prometió, se está realizando, se apoya y se lo seguirá haciendo.
Uno de los conceptos que más me gustó de Cantero en la campaña fue caer en la realidad de que lo primero que debía hacer era cortar el déficit económico, incluso por sobre el déficit financiero. Ninguna persona con conocimientos de finanzas podría estar en desacuerdo con esta afirmación. Recortar el plantel profesional es una medida que va en tal sentido. Al principio critiqué que se deje libre a jugadores y se les pague el contrato entero (casos Moreira y Gioda, al menos). No es lo mismo pagar todo junto que pagar todo en “cómodas” cuotas a forma de sueldo. No obstante, al pensarlo, hay puntos a favor de esta decisión. Por un lado, se evitan futuros conflictos y, por el otro, tengo entendido que si un jugador se lesiona el club está obligado a renovarle el contrato. Este último es un detalle no menor si estamos hablando de jugadores como Gioda.
En lo deportivo, se prometió reforzar al plantel con calidad y no cantidad. El mercado de pases reflejó justamente eso. Se logró un solo refuerzo, pero de una calidad irreprochable. Después, el rendimiento podrá ser mejor o peor, pero eso no depende sólo de la calidad de Farías, sino de muchos factores como el funcionamiento del equipo en su conjunto.
Con respecto al DT, el presidente lo respalda y es lo que debe hacer, lo que prometió y aunque muchos quieren al riojano afuera del equipo, la de Cantero en este sentido es una decisión seria y responsable. Cumplir los contratos es darle a todo esto un marco de institucionalidad que hace meses no teníamos.
Como dije anteriormente, voy a resaltar todo lo que se hace bien, pero voy a criticar lo que a mi modo de ver las cosas no se está haciendo de forma adecuada. Dentro de ese marco encuentro cosas leves, otras importantes y otras graves. Empecemos por las leves.
La participación de empresarios. Tanto en la contratación de Ernesto Farías, como la frustrada transferencia de Rubén Ramírez,  se caracterizó por la presencia de grupos empresarios. Con el ex Racing, todos vimos lo que pasó, se usó al club como medio de presión para mejorar las condiciones de su contrato o apalancar su transferencia a Boca Jrs. En el caso de Farías, el empresario intermediario fue el mismo representante de Ramón Díaz. Quizá soy el único al cual esto le genera ruido, pero no me parece bien que el representante del DT acerque jugadores, abre un manto de sospecha innecesario y totalmente lógico. Se criticó a la anterior dirigencia por esta cuestión y creo que debería seguirse el mismo criterio con la actual comisión directiva. Esto lo marco como un punto leve, porque es una situación aislada, al comienzo de una gestión y en un contexto de extrema necesidad del club. Seguramente si se mantiene, su relevancia no será tan leve como lo es hoy.
Como importante, marco algo que quizás no genere muchos adeptos, o si. El precio de las entradas es altísimo, principalmente para el hincha no socio y del interior. Es mi caso, que por una cuestión de coyuntura laboral, no puedo hacerme cargo de pagar una cuota de socio. Eso implica que si quiero viajar a ver a mi equipo tenga que disponer de una suma demasiado importante entre viaje y comida. Si a esto se le suma que tengo que pagar una entrada del monto que se fijó, claramente mi conclusión es que pasaré un campeonato lejos de la tribuna. Una lástima ya que se prometió que la familia volvería a la cancha. Por ahora va a ser complicado, por lo menos para muchas familias. Seguro muchos dirán, como suelen decirlo, “hacete socio si querés al club”. A Independiente lo amo, pero mi billetera no me lo permite por el momento.
Cuestiones graves vi dos. La primera es la cercanía con Julio Grondona. Ante esto quiero ser claro, nadie pide que Cantero sea un kamikaze passareleano y vaya a enfrentarse de lleno a un aparato tan grande como la AFA, mucho menos en dos meses de gestión. Esas cosas son importantes y llevan su tiempo. Pero sinceramente me choca escuchar a mi presidente decir que el de AFA es una persona muy cálida y que ahora entiende por qué hace tanto tiempo que está. A ver, Grondona está hace 30 años por ser el dueño de una mafia que se acomoda a cada estamento político que rige en el país, no por ser un tipo cálido. No quiero a mi presidente adulando a tan nefasto personaje, no quiero avales de AFA, no quiero que mi club quede atado a la mafia. Mientras más lejos estemos de Grondona mejor.
Finalmente el tema barra brava me empieza a hacer ruido. Como a muchos me enojó y me decepcionó totalmente que se les regale a la barra tirantes para colgar en las tribunas y alentar una supuesta “fiesta”. A ver, a la fiesta la arma el hincha, no el delincuente. No me importa si lo que se les regala a los barra es sólo una bandera, no quiero que se les regale nada. Al contrario, los quiero afuera de mi club. Estoy de acuerdo en que es un tema difícil, que hay que tener paciencia, pero no empecemos a dar vuelta el rumbo. Siempre que las acciones del club se orienten a expulsar a los delincuentes van a tener mi apoyo. Soy totalmente consciente de la complejidad del tema y de la falta de apoyo por parte de las autoridades, pero comprándoles banderas no vamos a alejarlos sino lo contrario. Me molestó y me interesó el descargo del presidente respecto del tema. Lo escuché en Muy Diablo y el resultado fue una desilusión inesperada y que todavía me hace eco en la cabeza. Las opiniones se respetan, pero escuchar de boca de nuestra máxima autoridad que la crítica involucra algo de “racismo” me dejó sin palabras. ¿Cuál es el racismo en pretender que nuestros dirigentes no tengan relación alguna con los delincuentes? El argumento fue que cuando a los famosos se les regalaban palcos nadie decía nada por una especie de “cholulaje”. Si bien tampoco estoy de acuerdo con dicha medida, me parece que no hay punto de comparación entre invitar a una persona a un palco y dar entradas, banderas o cualquier elemento a un grupo de delincuentes. Unos son famosos (de nuestra simpatía o no), los otros son delincuentes, entendamos la diferencia. A los primeros los podés invitar, hasta por una cuestión de marketing, o elegir no hacerlo, a los segundos los tenés que expulsar del club, sin titubeos. En ese sentido, Pedro Larralde afirmó que no van a hacer uso del derecho de admisión por el momento, pero que ante un hecho violento lo van a aplicar. Me pregunto cuál será el fundamento de esperar a que suceda algo y una persona resulte lastimada pudiendo sacarse el problema desde un primer momento. A algunos “barrabravas” no los podés individualizar, o no tenés cómo fundamentar la aplicación de este recurso, pero claramente a tipos como Bebote los tenés bien identificados y con fundamentos de sobra para tenerlos afuera del Libertadores de América.
La verdad que la nota quedó bastante larga, no era mi intención, pero tengo una mezcla rara de ilusión y preocupación. Ilusión por todos los temas positivos que remarqué. Preocupación, porque no quiero que estos puntos negativos se conviertan en algo común. Muchos podrán estar de acuerdo con lo que expuse y muchos otros no, pero necesitaba sinceramente exponer lo que pienso. No me preocupa el debate ni el disenso, al contrario, me preocupa y mucho el silencio que llamativamente existe, de medios y fundamentalmente de nosotros los hinchas. Apoyemos, colaboremos, pero principalmente controlemos. Creo que aprendimos la lección a fuerza de golpes.

viernes, 17 de febrero de 2012

La era de la boludez


Recordando viejos dichos, esta es la era de la boludez. Letra y voz del gran Ricardo Mollo que se aplica a la perfección a los tiempos que vivimos. Reducir esta frase a un entorno futbolero es como achicar demasiado el análisis, pero es el tema que nos ocupa en esta ocasión.  
Decir que esta semana los que integramos el ambiente futbolero mostramos nuevamente una faceta deplorable es quizás redundante porque creo que todos, en la intimidad de nuestro pensamiento, lo notamos.
Lo que pasó esta semana se calificó en muchos medios y en las redes sociales como el “Cabaret 2” de Boca, recordando aquella famosa frase de Diego Latorre allá por los años 90. Sin embargo lo cierto es que el Cabaret, en este caso, excedió a Boca y nos pegó a todos. Quedó al descubierto lo peor de nosotros como consumidores, lo peor de los periodistas como comunicadores y lo peor de los protagonistas  que nunca lograron recuperar el manto de seriedad y cordura. Me pregunto sinceramente en qué momento lo que pasa adentro de un vestuario pasó a ser tema nacional. Periodistas, directores técnicos, jugadores y hasta nosotros mismos, desde la comodidad de un teclado, nos aventuramos a opinar, a señalar, a tejer teorías conspirativas y hasta de definir la hombría de bien o mal de un jugador o DT. Bastaba con prender el televisor, la radio o navegar por internet o leer nuestra lista de twitter para encontrarnos con una opinión o directamente con una sentencia absoluta. Primero se habló de Riquelme, después de Falcioni, hasta se habló de traiciones por parte de jugadores del “riñón del DT”. Escuché a los interlocutores de siempre que auguraban una imposible continuidad de Falcioni. En un día se dijo de todo, se anunciaron renuncias, se cambiaron titulares, se armaron hastags twitteros defendiendo a un personaje o al otro y hasta se consultó a cuanto protagonista se cruzara al frente de un micrófono para que de su parecer y fije posición. Como hincha de Independiente me tocó ver una situación curiosa en la que un medio entrevistaba a un jugador de mi equipo (Roberto Battión) y se le preguntaba qué opina de Falcioni y cómo es el DT. Me indignó tanto ver la necesidad de encontrar una declaración polémica que automáticamente cambié de canal y no quise escuchar nada más sobre el tema. Al fin de cuentas me pregunto cómo puede un jugador dar una opinión sobre algo que desconoce.
Hoy me levanté y pensé que el “escándalo” se había terminado, pero me equivoqué, me encontré con periodistas esperando “disculpas públicas” de Julio César Falcioni. Una cosa increíble, ¿hasta dónde llegó nuestro nivel de morbo para pedir semejante locura?
Estamos a viernes y hoy se juega una fecha de la cual nadie habla, el negocio pasa por otro lado. El periodismo mostró nuevamente un costado, al menos, cuestionable, pero no nos olvidemos que si nosotros no consumimos la oferta cambia. Nosotros consumimos el mismo circo que repudiamos. No es de extrañar que se juegue cada vez peor si nuestro punto de atención está totalmente alejado de lo que pasa adentro de una cancha.  Pero claro está, para hablar de fútbol hay que saber, para hablar de conventillos somos todos sociólogos, psicólogos y hasta moralistas.
Mañana el conflicto será otro, pero no nos preocupemos, porque la era de la boludez le da de comer a todos. ¿Se puede cambiar? No sé, capaz que si aprendemos a darle la espalda a lo que no  queremos podamos lograr un mínimo de seriedad, hablar más de fútbol y menos de botineras, conspiraciones, peleas, egos y toda la basura mediática que estamos consumiendo.

domingo, 29 de enero de 2012

El fútbol y las matemáticas


Se suele decir que en el fútbol 2+2 no es 4, utilizando una analogía matemática para representar lo impredecible del deporte más lindo del planeta. Pero la realidad nos ha regalado una nueva analogía y tiene que ver también con los números. Cuando yo era chico y me preguntaban qué  camiseta quería no dudaba en pedir la 10. Claro está que teniendo en cuenta el equipo dueño de mi corazón no era muy difícil adivinar que ese número era especial. Pero no era algo sólo mío, era de todos. Cualquiera sea el club dueño de nuestra pasión todos queríamos la 10.
Los DT de nuestro fútbol no aprendieron de aquella vieja analogía y creyeron que, esta vez si, las matemáticas y la pelota tienen algo que ver. Así empezaron a convencerse e intentar convencernos de que 5+5 es 10. Nada más alejado de la realidad y nada más perjudicial para el espectáculo y la diversión que solíamos presenciar cada vez que 22 tipos pisaban el pasto de un estadio. El 10 era el tipo distinto, el que siempre tenía un lujo para regalar, el que ponía la pausa, el que levantaba siempre la cabeza y el que se encargaba de hacer festejar al 9. El 5 era el que recuperaba la pelota en el medio y se encargaba de dársela al que sabe, al 10. Por razones que aun no comprendo el “distinto” fue desapareciendo y con él, el fútbol atractivo y entretenido se fue apagando. Nosotros, los hinchas no nos dimos cuenta ni quisimos hacerlo. El 5+5=10 se fue haciendo cada vez más común. Nuestros equipos recuperan la pelota como pocos, pero cuando la tienen no saben qué hacer con ella. Y empiezan los pelotazos o el toque intrascendente que siempre termina en lateral o en pies del 5+5 del equipo rival que repite la historia hasta que los 90 minutos se transforman en verdaderas películas de terror. Los partidos se ganan con pelotas parada, por errores del rival, por algún achique mal tirado o simplemente se muere en el cero a cero. Ahora, cuando aparece un 10, el 5+5 queda en ridículo. Pasa con Riquelme, quizá el último 10 que nos queda, y que, aún lesionado, marca diferencias con la cabeza. Cada tanto aparece un 10 perdido y rápidamente entre DT e hinchas nos encargamos de enseñarle a jugar de otra cosa y a cambiar inteligencia por sacrificio. Así es difícil que podamos ver mejores partidos,  muchos goles, lujos y todas esas cosas que pedimos hasta el cansancio en la previa, pero cuando empiezan los 90 minutos quedan totalmente al margen por el viejo e insuficiente “ponga huevo”.
Mientras nuestros DT piden un 9 en casi todos los mercados de pases y nosotros los hinchas tildamos de “pechofrío” al tipo que, en vez de tirarse a los pies, pone la pausa y trata de meterla en profundidad nos olvidamos que para hacer goles cada vez es más necesario pensar y, lo paradójico, es que cada vez pedimos menos jugadores que piensen. Así difícilmente podamos volver a divertirnos. Será momento entonces de olvidarnos de las matemáticas y volver a pensar en el fútbol como alguna vez supimos disfrutarlo.