martes, 18 de octubre de 2011

AFA, Vergüenza Registrada


El día que empecé a escribir sobre fútbol tenía la idea de que iba a aprender y me iba a enriquecer sobre lo que pasa en un estadio los fines de semana. Hoy, casi un año después, me doy cuenta que la mayoría de mis notas ponen foco en lo que pasa afuera de la cancha. No reniego de eso, pero no puedo ocultar mi desilusión y mi deseo ferviente de que alguna vez podamos discutir de estilos de juego, de rendimientos futbolísticos y de todo aquello que hace del fútbol un deporte hermoso. Hoy, nos toca ponernos en un lugar diferente y, como receptores de tanta alegría y pasión que nos regaló la redonda, es nuestra responsabilidad defenderla desde el lado que podamos. De mi parte, creo que dar mi opinión, hablar, discutir y debatir ideas para salir de este pozo es mi mejor manera de contribuir, o la que mejor me sale con las limitaciones que poseo a cuestas.
Hoy, una vez más, si tuviese que resumir mis palabras en una sola elegiría “Vergüenza”, no solo por lo que pasa en el seno de AFA sino por la decadencia de las opciones que se nos presentan. Los noticieros, cada uno defendiendo su interés, nos presentan una guerra de bien contra el mal, un momento de cambio y el preámbulo de lo que será una nueva era en la organización de nuestro fútbol. Nosotros tenemos que aprender a leer lo que está pasando y caer en la realidad de que estamos ante una guerra de intereses con un único y universal fin: El Dinero. Han dejado una y otra vez al fútbol de lado y antepusieron el negocio antes que el deporte. Hace rato que eso sucede y a veces nosotros miramos al costado y tapamos nuestra visión para debatir si Messi juega bien o mal en la Selección o si nuestros jugadores cantan o no el himno. Somos miopes o preferimos serlo, pero el resultado que vemos hoy es absolutamente lógico dada la realidad de nuestra dirigencia.
Cada vez que acontece un papelón como el que vivimos hoy creemos que hemos llegado a  nuestro límite, pero la realidad no para de sorprendernos. Hace unos meses algunos cerebros diagramaron un torneo espantoso que por cuestiones políticas y de rechazo popular no se llevó a cabo (por ahora). Ese día yo pensé que la vergüenza había encontrado un límite. Pero me equivoqué una vez más. Un presidente de AFA que hizo de la corrupción y la falta de respeto a la ley una religión, hoy encuentra un contrincante que parece manejarse con las mismas armas y que da tanta vergüenza como nuestro eterno “padrino”. Con el perdón de quién se pueda ofender, no podemos ni siquiera pensar en Daniel Vila como alternativa, sino como continuidad. Es sólo un interesado más en apropiarse del multimillonario negocio del fútbol. La pelota en el medio de esta puja sufre y nosotros sufrimos con ella. Esto no da para más. Está claro que ni gobierno, ni oposición, ni los clubes, ni los medios, ni la justicia van a hacer algo para sacarnos de esta basura en la que nos encontramos inmersos. Una vez más somos nosotros los que tenemos que parar. ¿Cómo lo hacemos? De la manera que podamos, cada uno de su lado, levantando la voz, colaborando en la conformación de una alternativa, aportando ideas, denunciando y exigiendo cambios. Si todo eso no funciona somos totalmente libres de dejar de consumir este negocio. Nos va a doler, no hay dudas, pero no hay negocio que funcione sin clientes. No hay intereses que se mantengan si no hay alguien que los alimente. Dejemos de alimentar este monstruo que ya se volvió incontrolable e inaceptable. La dificultad no implica imposibilidad.
Días atrás, en la cancha de Independiente, la gente se enfrentó a los barrabravas y lo sigue haciendo con una grandeza impresionante, sin ningún interés más que el amor por el club en el cual crecieron y al cual aman con locura. Es un equipo contra una dirigencia y esos hechos marcan hitos y suman fuerzas para seguirla peleando. Todos tenemos esa opción, la de darle la espalda a esta delincuencia que dice cuidar nuestros recursos y no hace otra cosa que sumar millones en Suiza y vaya uno a saber en cuántos países mas.
Cuando vos vas a la cancha y pagás tu entrada estás alimentando un aparato cada vez más poderoso. Pero de la misma manera que podemos alimentarlo podemos dejarlo morir de hambre. Basta de vergüenza, exijamos un cambio, pero que ese cambio represente una alternativa mejor. Hoy nos están proponiendo cambiar un delincuente viejo y debilitado por uno joven y con ganas de seguirnos robando. De nosotros depende que el cambio sea el que se necesita para salir del coma.
Mis palabras seguramente ayudan poco, o quizás nada, pero a mi me permiten siempre estar tranquilo de poder marcar un límite y pararme en la vereda del frente de aquellos que se van a dormir todas las noches con la conciencia sucia, aunque pocos les importe. ¿Todo Pasa? Depende de nosotros.



miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Por qué se juega tan mal?



Con la fecha que pasó se superó la mitad del torneo y me hace replantear de forma recurrente qué se valora desde las tribunas de nuestros estadios o la pantalla de nuestros televisores. ¿Cuando hablamos de uno de los torneos más lindos del mundo, nos referimos al juego o nos referimos a todo lo que lo rodea? A decir verdad, todo lo que rodea al fútbol argentino cada vez tiene menos de atractivo, por problemas ya archiconocidos que van desde violencia en los estadios hasta falencias institucionales realmente preocupantes. Entonces nos estamos refiriendo al juego y ahí mi preocupación crece desde mi lugar de hincha porque lo que se muestra en la cancha es realmente pobre y preocupante.
Parece que hace siglos desde aquellos tiempos en que hablábamos del 5 de un equipo. Antes el 5 era sinónimo de un volante con quite, garra y personalidad. Claro que no le pedíamos gambetas ni lujos, sólo que la quitara y la entregara redonda, que marque una posición en el mediocampo y que sea el elemento de recuperación por excelencia. Sin dudas que el rol del 5 era muy importante, porque la pelota pasaba a ser un elemento fundamental. Cuando la robaba se la daba al que sabía y ahí empezaba el espectáculo.
Hace unos años estábamos acostumbrados a ver esos laterales que no tenían nada que envidiarle a un lateral brasileño. Si el 4 o el 3 no sabían con la pelota no eran dignos de la posición. Los centrales sabían que contaban con una salida confiable y los volantes con un apoyo para la recuperación y para el desequilibrio.
El enganche hoy se encuentra en peligro de extinción y basta con verlo los fines de semana a Juan Román Riquelme para darnos cuenta de la mentira enorme que nos quieren vender cuando nos dicen que el fútbol evolucionó y que ya no se puede jugar con un talentoso que mueva los hilos del equipo desde su posición de enlace.
Hoy en el fútbol de AFA ya los 5 son dos, el enganche casi no existe más, los laterales pasan a ser centrales con un manejo aceptable y la línea de volantes pasó de ser el elemento de creación a ser un eslabón más encargado de la recuperación. Eso si, cuando la pelota es del rival se atrasan en bloque y resisten hasta que la redonda quede por casualidad en su poder.
Igualmente, si uno refuerza una función (en este caso la defensiva) es porque su cometido es de suma importancia. Es decir que si reforzamos la recuperación de la pelota es porque nos interesa mucho lo que podemos hacer con ella. Sin embargo en el 95% de los partidos vemos cómo apenas se tiene la pelota se la revienta a cualquier lado o se apela al famoso “pelotazo” hacia los delanteros que de tan solos ya se empiezan a aburrir y no les queda otra que bajar y hacer de creadores y goleadores al mismo tiempo. A veces se la recupera y como no hay un solo jugador que sepa hacer con la pelota algo útil se vuelve para atrás y las defensas “resorte” como yo las llamo se encargan de poner en peligro a toda ave desinformada que se atreva a pasar por los 500 mts. a la redonda del campo de juego.
Personalmente, ya sea en las tribunas o en la comodidad de mi casa, ya no grito pidiendo que mi equipo haga un gol sino que me conformo con que se mire al compañero y no se reviente el fútbol como si fuera un enemigo.
Pasó medio campeonato y cada vez se juega peor. El puntero es Boca y todo parece indicar que no hay un rival fuerte que pueda quitarle el sueño de quedarse con el torneo al que su clásico rival intenta volver. En casi todos los medios se habló mucho de Boca, de su mejoría y de su merecido liderazgo. Créanme que estoy convencido que merece los puntos que tiene, pero el único atributo que se rescata es su solidez defensiva y un supuesto “orden”. Antes esas eran cualidades de equipos que peleaban por no descender o por hacer una campaña mediocre. Hoy esas son las cualidades que pueden marcar la diferencia del posible campeón. Pido disculpas si estoy errado, pero si cada vez nos conformamos con menos en el futuro nos vamos a aburrir y mucho. El campeón debe marcar diferencias claras tanto en defensa como en ataque. El fútbol tiene las dos facetas y si me apuran yo prefiero ganar 5  a 4 antes que 1 a 0. Prefiero que mi equipo pierda una pelota por tirar una pared antes que perderla por un pelotazo a la nada. Cuando un jugador tira un taco y la pierde, el murmullo se siente de manera automática, pero si un defensor la revienta a la tribuna se escuchan aplausos. Está todo dado vuelta, el deporte que debería divertirnos nos aburre todos los fines de semana.
El motivo de la decadencia puede tener muchas explicaciones, pero el principal es que no somos exigentes con el juego, pedimos que nuestros jugadores corran, pero no pedimos que piensen. Los DT, siempre en la cuerda floja, captan el mensaje y eso es lo que nos muestran partido a partido.
Se dice que en España o en Inglaterra no se marca o se marca menos. Quizás, pero yo veo un partido de estas ligas y realmente la paso bien, casi tan bien como la pasaba cuando veía al fútbol argentino hace unos años, varios años atrás.
Otro torneo perdido y van. Ojalá que el año entrante nos encuentre volviendo a las fuentes y podamos disfrutar en vez de sufrir de un deporte hermoso por excelencia.