martes, 18 de octubre de 2011

AFA, Vergüenza Registrada


El día que empecé a escribir sobre fútbol tenía la idea de que iba a aprender y me iba a enriquecer sobre lo que pasa en un estadio los fines de semana. Hoy, casi un año después, me doy cuenta que la mayoría de mis notas ponen foco en lo que pasa afuera de la cancha. No reniego de eso, pero no puedo ocultar mi desilusión y mi deseo ferviente de que alguna vez podamos discutir de estilos de juego, de rendimientos futbolísticos y de todo aquello que hace del fútbol un deporte hermoso. Hoy, nos toca ponernos en un lugar diferente y, como receptores de tanta alegría y pasión que nos regaló la redonda, es nuestra responsabilidad defenderla desde el lado que podamos. De mi parte, creo que dar mi opinión, hablar, discutir y debatir ideas para salir de este pozo es mi mejor manera de contribuir, o la que mejor me sale con las limitaciones que poseo a cuestas.
Hoy, una vez más, si tuviese que resumir mis palabras en una sola elegiría “Vergüenza”, no solo por lo que pasa en el seno de AFA sino por la decadencia de las opciones que se nos presentan. Los noticieros, cada uno defendiendo su interés, nos presentan una guerra de bien contra el mal, un momento de cambio y el preámbulo de lo que será una nueva era en la organización de nuestro fútbol. Nosotros tenemos que aprender a leer lo que está pasando y caer en la realidad de que estamos ante una guerra de intereses con un único y universal fin: El Dinero. Han dejado una y otra vez al fútbol de lado y antepusieron el negocio antes que el deporte. Hace rato que eso sucede y a veces nosotros miramos al costado y tapamos nuestra visión para debatir si Messi juega bien o mal en la Selección o si nuestros jugadores cantan o no el himno. Somos miopes o preferimos serlo, pero el resultado que vemos hoy es absolutamente lógico dada la realidad de nuestra dirigencia.
Cada vez que acontece un papelón como el que vivimos hoy creemos que hemos llegado a  nuestro límite, pero la realidad no para de sorprendernos. Hace unos meses algunos cerebros diagramaron un torneo espantoso que por cuestiones políticas y de rechazo popular no se llevó a cabo (por ahora). Ese día yo pensé que la vergüenza había encontrado un límite. Pero me equivoqué una vez más. Un presidente de AFA que hizo de la corrupción y la falta de respeto a la ley una religión, hoy encuentra un contrincante que parece manejarse con las mismas armas y que da tanta vergüenza como nuestro eterno “padrino”. Con el perdón de quién se pueda ofender, no podemos ni siquiera pensar en Daniel Vila como alternativa, sino como continuidad. Es sólo un interesado más en apropiarse del multimillonario negocio del fútbol. La pelota en el medio de esta puja sufre y nosotros sufrimos con ella. Esto no da para más. Está claro que ni gobierno, ni oposición, ni los clubes, ni los medios, ni la justicia van a hacer algo para sacarnos de esta basura en la que nos encontramos inmersos. Una vez más somos nosotros los que tenemos que parar. ¿Cómo lo hacemos? De la manera que podamos, cada uno de su lado, levantando la voz, colaborando en la conformación de una alternativa, aportando ideas, denunciando y exigiendo cambios. Si todo eso no funciona somos totalmente libres de dejar de consumir este negocio. Nos va a doler, no hay dudas, pero no hay negocio que funcione sin clientes. No hay intereses que se mantengan si no hay alguien que los alimente. Dejemos de alimentar este monstruo que ya se volvió incontrolable e inaceptable. La dificultad no implica imposibilidad.
Días atrás, en la cancha de Independiente, la gente se enfrentó a los barrabravas y lo sigue haciendo con una grandeza impresionante, sin ningún interés más que el amor por el club en el cual crecieron y al cual aman con locura. Es un equipo contra una dirigencia y esos hechos marcan hitos y suman fuerzas para seguirla peleando. Todos tenemos esa opción, la de darle la espalda a esta delincuencia que dice cuidar nuestros recursos y no hace otra cosa que sumar millones en Suiza y vaya uno a saber en cuántos países mas.
Cuando vos vas a la cancha y pagás tu entrada estás alimentando un aparato cada vez más poderoso. Pero de la misma manera que podemos alimentarlo podemos dejarlo morir de hambre. Basta de vergüenza, exijamos un cambio, pero que ese cambio represente una alternativa mejor. Hoy nos están proponiendo cambiar un delincuente viejo y debilitado por uno joven y con ganas de seguirnos robando. De nosotros depende que el cambio sea el que se necesita para salir del coma.
Mis palabras seguramente ayudan poco, o quizás nada, pero a mi me permiten siempre estar tranquilo de poder marcar un límite y pararme en la vereda del frente de aquellos que se van a dormir todas las noches con la conciencia sucia, aunque pocos les importe. ¿Todo Pasa? Depende de nosotros.



miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Por qué se juega tan mal?



Con la fecha que pasó se superó la mitad del torneo y me hace replantear de forma recurrente qué se valora desde las tribunas de nuestros estadios o la pantalla de nuestros televisores. ¿Cuando hablamos de uno de los torneos más lindos del mundo, nos referimos al juego o nos referimos a todo lo que lo rodea? A decir verdad, todo lo que rodea al fútbol argentino cada vez tiene menos de atractivo, por problemas ya archiconocidos que van desde violencia en los estadios hasta falencias institucionales realmente preocupantes. Entonces nos estamos refiriendo al juego y ahí mi preocupación crece desde mi lugar de hincha porque lo que se muestra en la cancha es realmente pobre y preocupante.
Parece que hace siglos desde aquellos tiempos en que hablábamos del 5 de un equipo. Antes el 5 era sinónimo de un volante con quite, garra y personalidad. Claro que no le pedíamos gambetas ni lujos, sólo que la quitara y la entregara redonda, que marque una posición en el mediocampo y que sea el elemento de recuperación por excelencia. Sin dudas que el rol del 5 era muy importante, porque la pelota pasaba a ser un elemento fundamental. Cuando la robaba se la daba al que sabía y ahí empezaba el espectáculo.
Hace unos años estábamos acostumbrados a ver esos laterales que no tenían nada que envidiarle a un lateral brasileño. Si el 4 o el 3 no sabían con la pelota no eran dignos de la posición. Los centrales sabían que contaban con una salida confiable y los volantes con un apoyo para la recuperación y para el desequilibrio.
El enganche hoy se encuentra en peligro de extinción y basta con verlo los fines de semana a Juan Román Riquelme para darnos cuenta de la mentira enorme que nos quieren vender cuando nos dicen que el fútbol evolucionó y que ya no se puede jugar con un talentoso que mueva los hilos del equipo desde su posición de enlace.
Hoy en el fútbol de AFA ya los 5 son dos, el enganche casi no existe más, los laterales pasan a ser centrales con un manejo aceptable y la línea de volantes pasó de ser el elemento de creación a ser un eslabón más encargado de la recuperación. Eso si, cuando la pelota es del rival se atrasan en bloque y resisten hasta que la redonda quede por casualidad en su poder.
Igualmente, si uno refuerza una función (en este caso la defensiva) es porque su cometido es de suma importancia. Es decir que si reforzamos la recuperación de la pelota es porque nos interesa mucho lo que podemos hacer con ella. Sin embargo en el 95% de los partidos vemos cómo apenas se tiene la pelota se la revienta a cualquier lado o se apela al famoso “pelotazo” hacia los delanteros que de tan solos ya se empiezan a aburrir y no les queda otra que bajar y hacer de creadores y goleadores al mismo tiempo. A veces se la recupera y como no hay un solo jugador que sepa hacer con la pelota algo útil se vuelve para atrás y las defensas “resorte” como yo las llamo se encargan de poner en peligro a toda ave desinformada que se atreva a pasar por los 500 mts. a la redonda del campo de juego.
Personalmente, ya sea en las tribunas o en la comodidad de mi casa, ya no grito pidiendo que mi equipo haga un gol sino que me conformo con que se mire al compañero y no se reviente el fútbol como si fuera un enemigo.
Pasó medio campeonato y cada vez se juega peor. El puntero es Boca y todo parece indicar que no hay un rival fuerte que pueda quitarle el sueño de quedarse con el torneo al que su clásico rival intenta volver. En casi todos los medios se habló mucho de Boca, de su mejoría y de su merecido liderazgo. Créanme que estoy convencido que merece los puntos que tiene, pero el único atributo que se rescata es su solidez defensiva y un supuesto “orden”. Antes esas eran cualidades de equipos que peleaban por no descender o por hacer una campaña mediocre. Hoy esas son las cualidades que pueden marcar la diferencia del posible campeón. Pido disculpas si estoy errado, pero si cada vez nos conformamos con menos en el futuro nos vamos a aburrir y mucho. El campeón debe marcar diferencias claras tanto en defensa como en ataque. El fútbol tiene las dos facetas y si me apuran yo prefiero ganar 5  a 4 antes que 1 a 0. Prefiero que mi equipo pierda una pelota por tirar una pared antes que perderla por un pelotazo a la nada. Cuando un jugador tira un taco y la pierde, el murmullo se siente de manera automática, pero si un defensor la revienta a la tribuna se escuchan aplausos. Está todo dado vuelta, el deporte que debería divertirnos nos aburre todos los fines de semana.
El motivo de la decadencia puede tener muchas explicaciones, pero el principal es que no somos exigentes con el juego, pedimos que nuestros jugadores corran, pero no pedimos que piensen. Los DT, siempre en la cuerda floja, captan el mensaje y eso es lo que nos muestran partido a partido.
Se dice que en España o en Inglaterra no se marca o se marca menos. Quizás, pero yo veo un partido de estas ligas y realmente la paso bien, casi tan bien como la pasaba cuando veía al fútbol argentino hace unos años, varios años atrás.
Otro torneo perdido y van. Ojalá que el año entrante nos encuentre volviendo a las fuentes y podamos disfrutar en vez de sufrir de un deporte hermoso por excelencia.



lunes, 19 de septiembre de 2011

Síntesis de un fútbol resumido.


Dicen que el silencio ayuda al pensamiento. Que cuando la lengua no interfiere la cabeza es capaz de estar en su plenitud. Algo de eso experimenté en estos días que estuve alejado de las notas en las que con la humildad de siempre trato de plasmar mis apreciaciones con respecto al fútbol y a todo el complejo mundo que lo rodea.
Durante estas semanas, aparte de ocuparme de responsabilidades ineludibles, aproveché para mirar muchos partidos, de nuestro país y del exterior. Y la abstinencia de escritura me permitió hacer un análisis un poco más aceptable que de costumbre.
Del fútbol argentino pude ver varios partidos, de casi todos los equipos y la verdad que me dejó bastante preocupado el nivel de aburrimiento que me invadió en el 90% de los minutos que me tocó apreciar. Llevamos 7 fechas de un fútbol muy pobre, en el que se tiene paciencia eterna y se resalta al que intenta defender, pero no se tolera la falla del que se anima a jugar. El resultado no puede ser otro que planteos mezquinos, una pelota golpeada a más no poder, pocas situaciones de gol y errores tan infantiles como incomprensibles.
A ver, al que más observé es a mi Independiente y qué decir del rojo que no se haya dicho en estas semanas. Difícilmente se trate del mejor plantel del fútbol argentino y, casi seguro que no es un gran plantel, pero tiene mucho más material que otros equipos que proponen una idea sobradamente más atractiva, caso Godoy Cruz. Es cierto que hay factores que afectan negativamente y que no se limitan a lo que pasa adentro del Libertadores de América, pero creo que en el césped el principal problema es futbolístico, incluso por sobre lo físico que ha sido remarcado con razón como un punto flojo de este equipo y fue uno de los aspectos más criticados de la gestión de Antonio Mohamed. Adentro de la cancha no hay conductor, no hay un líder que se ponga el equipo al hombro y lo levante, no hay un jugador que piense y los delanteros tienen un nivel de ansiedad que los hace definir de la peor forma las pocas chances que tienen. En el caso de Independiente no se trata de actitud ofensiva a mi entender, el equipo intenta, pero la palabra “idea” hace rato que no se ve. De los 7 partidos que jugó en este campeonato pude presenciar en la cancha sólo dos (un triunfo y una derrota) y la imagen fue igualmente pobre, los síntomas fueron exactamente los mismos. Hay jugadores que simplemente se esconden de la pelota como si quemara, pero claro, no es ilógico si cuando les llega queda en evidencia que no saben qué hacer con ella.
Otro que me tocó ver bastante es Boca, un equipo 100% Falcioni. Parece que los jugadores entendieron que el Boca que se está viendo hoy es justamente el tipo de equipo al que el DT nos tiene acostumbrados y el que mejor puede desarrollar el ex Banfield. Boca no brilla, no deslumbra, no tiene momentos dignos de aplausos, pero se logró armar bien atrás y, ante la falta de ideas de los rivales, eso por ahora le alcanza para ser puntero. A mi entender, un equipo que tiene en su plantel a jugadores de la talla de Riquelme, Ervitti y Chávez puede jugar mucho mejor y ser mucho más vistoso. Ayer superó su primera gran prueba, Lanús. De acá en más veremos si lo que hoy muestra el xeneise alcanza para poder marcar la diferencia en las 19 fechas.
Hablando del granate, es otro de los que analicé mucho. Para mí, con el bajo momento de Estudiantes y el desmembramiento de Vélez, es el mejor plantel del fútbol argentino. Tiene a Valeri, a Regueiro, a Pizarro, a Camoranesi, y a delanteros picantes como Pavone y Romero. Por eso creo que no me quedo corto al decir que Lanús nos está debiendo mucho, pero mucho fútbol. Creo que Schurrer no aprovecha con una mentalidad ofensiva todo el potencial que tiene. Falta mucho, tuvo sus contratiempos, pero creo que debe hacerle mucho más honor a la redonda de lo que hizo hasta ahora.
Para analizar a Racing me voy a sacar la camiseta de su eterno rival, o por lo menos lo voy a intentar. Lo que vi de la academia me deja sensaciones confusas. Pude ver a un Saja en alto nivel, lo que le da un plus con respecto a otros años en los que el arco racinguista era un cúmulo de dudas. La incorporación de Pelletieri le da quite y juego, lo que se suma a Yacob que aporta las mismas características. Sin dudas, el regreso de Giovanni Moreno le va a ser muy positivo, porque aparte del gran jugador que recupera va a implicar la salida de Pablo Lugüercio, un hombre que brinda sacrificio pero más que nada confusión y vértigo innecesario. El colombiano puede aportarle mucho de algo que escasea “pensamiento e inteligencia”. Si a eso lo sabe aprovechar Teófilo Gutiérrez va a ser un equipo poderoso. Hasta ahora se ve un equipo con mucho vértigo pero poco juego. Veremos cómo sigue la historia de Giovanni Moreno para poder analizar para qué está Racing.
Como cordobés me interesó mucho ver qué propone Belgrano para este torneo que significa su regreso a Primera División y la vuelta de Córdoba al fútbol grande. Si bien mi simpatía va hacia otros equipos de mi ciudad, no me perdí muchos partidos del celeste. Vi a un equipo ordenado, aguerrido y fiel al estilo pirata. La figura de Franco Vázquez me sigue sorprendiendo, un jugadorazo el hombre de Tanti, aporta mucho, mueve los hilos del ataque y hace que un equipo con actitud defensiva se convierta en uno efectivo. Sus centrales no tienen vergüenza en reventarla, no tiene laterales con mucha salida, pero tiene un mediocampo que asfixia al rival y no lo deja generar. Arriba aprovecha la calidad de Vázquez, la velocidad de Pereyra y la sabiduría intacta de Silvera. Si me preguntan a mí, tiene que mejorar mucho, los resultados se le están dando, pero en cuanto se le cierre el arco va a sufrir mucho. El desafío del pirata debe ser pensar un poco más en el arco del frente y tratar de mantener la pelota pegada al piso por lo menos 20 minutos por partido.
Pude ver a otros equipos pero no lo suficiente como para poder dar un juicio de valor. No obstante, el nivel de nuestro fútbol me sigue generando un sinsabor cada vez más marcado y preocupante. Cada vez hay menos equipos que uno puede disfrutar de ver y que apuesten al espectáculo y al buen pie. En ese sentido, felicito a Godoy Cruz, espero la recuperación de Vélez que no tengo dudas que lo va a hacer, espero por Estudiantes que tiene muy buen material y, como no puede ser de otra manera, que Ramón Díaz pueda compensar todos los males que destruyen al rojo de avellaneda y pueda levantar al equipo que amo. No obstante, como siempre digo, en el caso de Independiente el desastre institucional en el que vive es tan grande que hace que el resultado deportivo resulte ser ni más ni menos que una anécdota. En fin, sombreros y gambetas, espero que pronto volvamos a encontrarnos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

La historia sin fin.


Nunca voy a ocultar mi fanatismo casi enfermizo por el Club Atlético Independiente. Por ese fanatismo me prometí una y otra vez no escribir sobre mi equipo, porque la objetividad no va a ser un elemento común en lo que pueda decir. Pero la verdad, hoy no quiero ser objetivo, hoy no quiero hacer un análisis sobre un partido en particular. Sinceramente hoy deseo sacar todo lo que tengo contenido porque el presente de la institución a la que amo me hace doler el corazón. Y no me refiero a un mal partido, ni a un mal refuerzo, ni siquiera a un campeonato malo. Me refiero a un presente institucional que desde la cabeza hasta los pies está arruinando al Rey de Copas.
Hoy se perdió con Boca y molesta perder este tipo de partidos, pero si uno ve que las cosas se hacen bien lo tolera y apoya aunque los resultados no acompañen. Pero no se están haciendo bien, desde una dirigencia nefasta que hizo sus negociados y los quiere seguir haciendo, hasta medios cómplices, hinchas desorientados que cambiamos de opinión todas las semanas y barrabravas que dominan la escena política del club.
Ustedes no saben lo difícil que es para mí hilvanar dos palabras y tratar de encontrar una explicación “profunda” a este momento. Trato de decir algo y las palabras se me mezclan porque es tanto lo que quiero decir que me sale todo junto, pero voy a tratar de decir algo coherente, sepan disculpar.
Independiente es un club enorme que hace tiempo no sabe qué quiere, y desde ese desconocimiento no descubre qué tiene que hacer para lograr lo que no sabe. No hay un proyecto de inferiores, no hay enseñanza, no hay gente preparada que pueda delinear un rumbo. La verdad que con el panorama que tenemos el resultado es demasiado positivo, podría ser peor. Al club lo sostiene la poca gente que ama estos colores. Hace unos meses Gabriel Milito volvió a vestir la roja, dejó el mejor club del mundo para volver a su casa y más allá de un mal partido o dos, el “Mariscal” es uno de esos próceres que aman el club y cómo pueden lo sostienen. No es el único, pero se está luchando contra una dirigencia que está muy arraigada y que tiene la complicidad de la barra, que aprieta al verdadero hincha para que no pueda decir lo que siente.
Yo soy uno de esos hinchas perdidos en el interior del país, amo a mi club a pesar de la distancia. Cuando junté unas monedas viajé a verlo y me emocioné cuando pude entrar al estadio que seguramente muchos de ustedes conocen como su casa. Hoy esa distancia me hace doler el doble, porque estoy lejos para poder ayudar, para poder poner mi granito de arena y levantar a mi club. Es difícil, muy difícil, ver que destruyen algo que amás.
Cuando terminó el partido contra Boca, lo primero que pensé es que hoy se iba a terminar un ciclo. Triste apagué el televisor sin poder tolerar dos segundos más de fútbol. Cuando volví a prenderlo me encontré con que lo que imaginaba se plasmaba en la realidad, y de la peor manera, con barrabravas mandados por la Comisión Directiva para cantar y apretar contra un DT que, con sus aciertos y errores, es sólo un eslabón de la cadena. Los jugadores son otro eslabón, nosotros los hinchas somos otro, los periodistas también lo son. El problema es que todos parece que tiramos para otro lado. Yo leo mucho sobre Independiente, escucho muchas voces y los análisis son siempre los mismos, se quedan en si el 3 titular debe ser Maximiliano Velázquez o algún chico de las inferiores, si Pellerano o Battión, o si Assmann o Hilario. El análisis nunca se remite a los temas importantes, a lo que queremos y a cómo lo queremos.
En los medios partidarios se escuchan voces casi unánimes contra la gestión de la actual comisión directiva, yo estoy de acuerdo, pero en pocos escucho propuestas e ideas. Excepciones las hay, claro está, pero como me dijo hace unos días un periodista de un gran programa partidario “A algunos les cuesta despegarse del hincha” Y los hinchas tenemos la misma falla. Hoy tenemos una crisis muy profunda y en unos meses tenemos la posibilidad de votar una alternativa diferente. Pero no dejemos que nos vuelvan a vender espejitos de colores. Preguntemos, indaguemos, profundicemos. Para un candidato es muy fácil decirnos que van a potenciar las inferiores, que van a traer refuerzos de calidad, que van a erradicar a las barras y que van a armar un proyecto deportivo que nos va a posicionar otra vez en lo más alto de nuestro fútbol. Pero gente, seamos realistas, a esa plataforma se la escribo yo a cualquier candidato en no más de media hora. Y entonces, ¿Cómo hacemos? Preguntemos plazos, estrategias, pilares de gestión, fuente de recursos. Aprendamos a preguntar, que no nos engañen más. Nos grabemos las respuestas en la cabeza y cuando se desvíen de lo que prometieron se los hagamos saber, les exijamos desde la protesta respetuosa que cumplan con lo que prometieron.
Duele, mucho este momento, no dejemos que nos sigan haciendo doloroso algo tan hermoso como sentir la pasión de ser hincha de Independiente. Seamos coherentes, seamos pensantes y luchemos por nuestro patrimonio, por el económico y el sentimental. No quiero tener que sentarme con mi hermano más chico a explicarle lo grande que es el rojo, quiero que él lo viva, que lo disfrute por todo lo que sufrió este momento lamentable.
No se si estoy escribiendo una nota o haciendo catarsis, pero esa es la ventaja de no ser un periodista. Yo soy amante del fútbol e Independiente sintetiza mi sentimiento. Sin Independiente el fútbol me parece el deporte más aburrido del mundo. No quiero que un grupo de delincuentes arruine mi club, tolero los errores, tolero las malas decisiones, pero nunca voy a tolerar la delincuencia y es lo que se ve hoy en Independiente. Quienes tuvieron alguna vez la posibilidad de hablar conmigo o leerme, saben que trato de ser racional siempre, pero cuando veo que mi presidente sólo se dedica a negociar nuestro futuro y le regala la potestad de hacer y deshacer a un grupo de barrabravas a cambio de apoyo político, la racionalidad desaparece porque el sentimiento de dolor es más grande. Que el momento de cambiar llegó no hay ninguna duda, en nosotros está que el cambio sea el de siempre o que de una vez por todas exijamos el cambio que nuestro rojo necesita.
Mis últimas líneas son para vos rojito de mi alma, te lastimaron mucho, te bastardearon mucho, te llenaron de heridas, pero los hinchas de verdad te vamos a mantener con vida. Gracias por toda la alegría que me diste y estamos en deuda eterna con vos. Te Amo Rojo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Historia y Fútbol: Almirante Brown



El fútbol tiene muchas aristas, se dice que es una expresión social, que tiene aspectos tácticos, psicológicos, físicos y tantos otros de los que hablamos hasta cansarnos en cada evento deportivo que tenga como protagonista una pelota de cuero y 22 jugadores alrededor.Todos alentamos a nuestro equipo y cantamos miles de canciones con su nombre, pero poco sabemos de su origen. En este sentido hay un selecto grupo de clubes cuyo nombre me llamó siempre la atención, pero como sus inicios están totalmente alejados de mi campo pocas veces pude explicarlos. Por eso recurrí a la ayuda de un sabio en el tema y me lancé a la aventura de intentar conocer quiénes son los próceres que les dan nombre a los clubes del fútbol argentino. A sugerencia de mi asesor y hacedor del 90% de la nota, el querido profesor de historia Pablo Gianninoto, decidimos comenzar con un curioso personaje que nomina a muchos clubes a lo largo y a lo ancho de la Argentina. ¿Quién es Almirante Brown? ¿Qué aportó a la historia de nuestro país y por qué tenemos más clubes con su nombre que el mismísimo Manuel Belgrano? Bueno, desde el desconocimiento absoluto intentaré transmitirles una reseña.
Curiosamente los orígenes de Guillermo Brown se encuentran muy lejos de nuestras tierras, precisamente en Irlanda donde nació en 1777 y vivió poco tiempo hasta que sus padres lo llevaron a los Estados Unidos, país en el que vivió hasta su adolescencia cuando quedó huérfano y se alistó como marinero aprendiz en un barco de guerra inglés. Precisamente hoy todos disimuladamente conozcamos el apodo de las porristas del club, “Las Marineritas”, y nos podemos dar cuenta del por qué.
Pero volviendo al personaje que nos ocupa, luego de quedar preso en manos de los franceses, escapar y tras un fugaz paso por Montevideo finalmente recala en Buenos Aires. Su relación con el país vecino se traslada al ámbito futbolístico ya que muchos atribuyen los colores del popular Club Almirante Brown a la camiseta de Peñarol de Montevideo.
Ya en nuestro país se unió al proceso revolucionario en 1810 y para 1814 contribuyó en la expulsión de los realistas de la isla Martín García y la toma de posesión de la misma, la cual era un bastión importantísimo para la causa revolucionaria en su sitio a Montevideo. Un mes después con la ayuda de Rondeau y Artigas logran liberar Montevideo y el mismísimo General San Martín califica este hecho como el mayor logro militar desde el inicio de los combates por la revolución.
Luego se retira hasta 1826 cuando es convocado para la guerra con el Imperio de Brasil y tras concluir la misma dice adiós a su carrera militar negándose a participar en la disputa entre Unitarios y Federales.
A mediados de 1857, Guillermo Brown fallece en Buenos Aires.
Como punto saliente, se trata del primer marinero nombrado Almirante. A lo largo de su carrera militar siempre luchó desde la adversidad ante rivales siempre superiores en número y armamento. Esto no le impidió formar parte de un proceso de militarización construido desde la nada misma y que colaboró en gran medida a construir el espíritu revolucionario porteño. Hoy podemos nombrar a numerosos clubes que le hacen honor con su nombre como el mismo Club Almirante Brown, Brown de Adrogué, Brown de Arrecifes, de Puerto Madryn y seguramente muchos más. Todos ellos comparten desde su humilde presente el espíritu de lucha y honran al Almirante que les regaló su nombre.
Sería de mi parte un atrevimiento enorme poner mi nombre en la nota, desde ella sólo intento trasladarles lo que pude aprender desde las palabras del profe Pablo Gianninoto. Sabiendo que la historia muchas veces suele aburrir a muchos, entre los cuales no dudo en incluirme, si llegaste hasta estas líneas es porque además de sombreros y gambetas te interesa aprender. Desde quién escribe espero haber podido contribuir aunque sea un poquito a esa causa y, de ser así, seguiremos aprendiendo de los próceres que nos representan en el deporte que amamos.

viernes, 29 de julio de 2011

El fin de mi pasión



Todos los años, cuando el mes de agosto llega, a los que nos gusta el fútbol en Argentina nos empieza a generar cosquillas en la panza. Esa hermosa sensación que marca el regreso del fútbol hoy no está. Como todos saben yo tengo mi corazón puesto en ese equipo de camiseta roja que supo llenarse de gloria en toda su historia y se ganó merecidamente su apodo de Rey de Copas. Mi pasión por ese equipo me llevó a la alegría en su máxima expresión y, en otros momentos, me hizo llorar de tristeza. Si hay algo que siempre pude asegurar es que esa pasión no se iba a ir más y que cada comienzo de campeonato los nervios y ese cosquilleo de ansiedad iban a estar presente. Pero este año las cosas cambiaron y los responsables de nuestro deporte terminaron de darle una estocada a un enfermo de gravedad.
Está claro que se necesita un cambio, creo que todos lo reclamamos mucho antes que termine el último torneo y hace unos días nuestros dirigentes lograron algo que nunca pensé que podía ocurrir: empeoraron algo muy difícil de empeorar. La solución a todos los males que aquejan a nuestro fútbol es eliminar la competencia y tirar por tierra lo que muchos clubes supieron ganarse en la cancha. Desde la AFA se tomó la idea de su hoy principal contrincante y se propuso un torneo récord con  38 equipos.
La verdad que cuando salió a la luz el rumor de esta “idea” muchos lo tomamos con gracia y cierto descreimiento, pero la sonrisa se fue desdibujando a medida que desde arriba iban confirmando las versiones.
Ese lunes en que se reunió el comité de AFA me sentía inquieto, nervioso y en el fondo tenía la leve esperanza de que esa novia que me acompaña desde siempre llamada “pasión” no me iba a abandonar. Seguramente nuestros dirigentes pensaron lo mismo al levantar la mano afirmativamente, pero les puedo asegurar que en mi caso se equivocaron, mi pasión encontró un límite.
De las palabras de Julio Grondona se desprende que cambiamos el sistema porque ya no se puede con los males que lo aquejan. El eterno dirigente manifestó que el fútbol está pasando un momento de histeria y que esto ayudaría a calmar los ánimos y evitar violencia. Por otro lado habló de federalizar el fútbol como si eso le hubiera importado en los 30 años que está al frente de AFA. También esgrimió que debe cuidar el “negocio” y que la iniciativa genera un mayor flujo de ingresos para los clubes.
Como sin entender nada me puse a pensar si había algo de verdad en esos argumentos, pero por más vuelta que le busque no le encuentro lógica alguna.
Lo cierto es que la violencia no se soluciona evitando la competencia, se soluciona con políticas serias de prevención, con educación, cortando la relación con barras, con penas para aquellos que no quieran entender que van a ver un deporte y no una guerra, con arbitrajes transparentes y con planificación seria de los operativos de seguridad. Cualquier otra medida sólo es un parche que se suma a los otros tantos que ya hay.
Entonces, si no es la violencia la justificación debe ser la federalización del fútbol. Pero en esto también hablamos idiomas diferentes con Don Julio. Cuando los que somos del interior reclamamos federalización no pedimos que nuestros clubes asciendan por decreto ni en una oficina, pedimos que tengan los mismos derechos económicos que aquellos de Buenos Aires y que cuando logren el ascenso se puedan afianzar y no sufran el rigor del promedio. En el último campeonato de la B Nacional los mejores 10 equipos de la tabla fueron equipos del interior y los 4 ascensos forman parte de ellos. El problema no es que no puedan ascender, el problema es que el sistema está armado para que desciendan y no crezcan.
Ahora bien, me queda un argumento: La economía de los clubes. La verdad es que me acerqué bastante al verdadero motivo y quizá en algo tenga que ver. Lo cierto es que se les está otorgando más recursos a personas que, en el mejor de los casos, no están preparadas para administrarlos. A ver, sería algo más o menos así: si en mi casa hay una gotera tengo la opción de arreglarla y evitar que siga goteando o poner una cacerola para que el agua no caiga al piso. Como la segunda es la solución más fácil yo elijo esa. El problema es que a lo largo de un tiempo la gotera sigue y la cacerola se me llena. Vuelvo a tener la misma opción, arreglarla o poner una cacerola más grande. Creo que todos nos damos cuenta que si elegimos la segunda alternativa vamos a caer nuevamente en el mismo problema. La AFA parece que todavía está pensándolo. La solución es controlar a los clubes, exigirles claridad y administración responsable. En el básquet un equipo no puede arrancar el torneo con deudas y la federadísima Liga Nacional de Básquet es argentina y la creó un argentino, el gran León Najnudel. El problema no es que somos argentinos, el problema es que hacemos las cosas mal, y en el fútbol mucho más.
Ser hincha de un equipo es algo único, hermoso y que a veces nos hace actuar irracionalmente. El sentimiento no se negocia y pase lo que pase va a seguir igual, en las buenas y en las malas más todavía. Parece que nuestros dirigentes se dieron cuenta de esto y forzaron la cuerda a más no poder para seguir exprimiendo su propio negocio. Al final ese es el verdadero motivo de todo este desastre. La realidad es que algunos empezamos a sentir que el sentimiento se acaba o por lo menos se ensució y que ya no es el mismo.
Sea por motivos políticos o por motivos administrativos de AFA la decisión se postergó, o por lo menos eso se planteó, y la pelota se pateó hasta octubre. En ese momento nuestros dirigentes demostrarán qué papel juegan en toda esta historia. Quizá ingenuamente yo me permito tener esa lucecita de esperanza en que de una vez por todas se hagan las cosas bien y que se escuche al hincha.
Como futuro Licenciado en Administración de Empresas puede resultar llamativo que pida que de una vez por todas la pasión no quede supeditada al dinero y al negocio. Yo quiero seguir siendo hincha fanático, gritar, sufrir, llorar y saltar de alegría, pero por lo que pasa adentro de la cancha y no por lo que decida un par de corruptos y dos o tres empresarios.
Tardé varios días en juntar ganas de escribir esta nota y les puedo dar un montón de motivos, pero no les voy a mentir, el motivo se sintetiza en una palabra: DOLOR.

domingo, 17 de julio de 2011

Esa vieja y conocida desilusión.



Dicen que cuando las cosas no son claras desde un comienzo el desastre es inevitable. Creo que no hay mejor ejemplo de esa afirmación que el de la Selección Argentina de Fútbol, una máquina perfecta de generar desilusiones y desaprovechar talentos que difícilmente se vuelvan a repetir. Hoy la figura en cuestión es Messi y vamos camino a perdernos del placer de coronar su magia con un logro deportivo. Las razones son tan extensas como el período de virginidad copera que tiene nuestro país.
Tenemos que entender un par de cosas para sentar algunas bases hacia un futuro un poquito más próspero.
Primero, los jugadores son un eslabón más, importante, pero uno más. Si al engranaje le faltan piezas no va a funcionar por más que todas los demás componentes sean los mejores. Hoy tenemos el mejor de los componentes, el que no tiene nadie, pero nos equivocamos al insertarlo en el mecanismo equivocado. Hoy el DT parece que recorre todos los mercados, pero termina quedándose con las mismas piezas de siempre. Se armó una “Selección B” con jugadores del fútbol local o algunos “Sub-25” con el objetivo de encontrar alguna joyita perdida que podamos incorporar a la montaña de talentos de la cual contamos. Sin embargo no hay un solo jugador del fútbol local en el plantel que termina de disputar la Copa América.
Segundo, es tan importante tener un Messi como tener un buen lateral o un buen central. Hoy tenemos como nunca muchísimos jugadores de ataque, todos de un nivel y una calidad enorme, pero como nunca antes carecemos de laterales y centrales. La verdad cuando me preguntan qué laterales deberían jugar o a cuál veo con proyección me quedo sin respuestas. ¿Es posible eso en un país en el cual crecen jugadores como el pasto? Y, a lo mejor los jugadores están pero no los estamos buscando ni formando. Hace unos años a mi me daba orgullo ver el trabajo que hacía mi país en las selecciones juveniles, de la mano de José Pekerman y su equipo de trabajo, salieron jugadores a montones, nos dejaron bien parados deportiva y extradeportivamente. Hoy no formamos jugadores de selección y por eso no los tenemos ni los encontramos. Dejamos la formación librada a los clubes, festejamos planteos que reinventan a centrales bajo la forma de laterales y destacamos los famosos “doble cinco”. Hoy no tenemos ni laterales ni organizadores de juego, ¿casualidad o consecuencia?
Tercero, cada vez hablamos menos de fútbol, escuchamos y vemos horas y horas de aire televisivo y radial hablando de la “actitud” de los jugadores, de si el extraterrestre que tiene la 10 en la espalda “canta o no canta el himno”, de si Tévez es “el jugador del pueblo” o de si Batista es “el muñeco de Grondona”. Capaz que si hablamos de fútbol vamos a empezar a encontrar falencias importantes que explican el momento que se vive.
Cuarto, no cortemos el análisis en la selección nacional, es nuestro fútbol y nuestra gente la que sufre una crisis. Nuestro fútbol porque los clubes que lo conforman juegan cada vez peor, y de nuestra gente porque cada vez pedimos más “huevo” y menos “fútbol”. Insultamos a Messi, al mejor jugador del mundo, pero valoramos a otros que sólo juegan para la tribuna pero a la hora de tocar la pelota parece que se les nubla la vista. Eso si, corren todo el partido. Somos cada vez mejores atletas, cada vez menos futbolistas.
El futuro dependerá de si el cambio es profundo o simplemente superficial. El hecho de que apenas terminó el partido lo único que escuché fue “andate Batista” no me permite ser muy optimista, después de todo si repetimos historia vamos a terminar repitiendo resultados. Ojalá me equivoque.

miércoles, 29 de junio de 2011

Efecto Dominó


Las especulaciones se terminaron señores y River Plate, uno de los equipos más grandes de la Argentina, jugará la próxima temporada en el Nacional B. La búsqueda de responsables fue automática y nuevamente se cometió el error de focalizar culpas en figuras puntuales. Lo claro es que Aguilar, Passarella o Juan José López son solo caras visibles de un problema en el cual formaron y formamos parte todos en mayor o menor medida.
Alguna vez me tocó escribir sobre dirigentes, hinchas, violencia, barrabravas y hoy parece que sería suficiente cortar y pegar palabras, porque los argumentos se repiten. En realidad los que se repiten son los problemas y las soluciones insuficientes que se plantean en cada uno de los sectores que conforman nuestro fútbol.
Cuesta ver al fútbol argentino en este momento. Pareciera a veces que atrás de esto hay alguien que deliberadamente busca destruir nuestro deporte, nuestros clubes y nuestras pasiones. La realidad es que todos colaboramos a ese fin.
En el fútbol hay varios componentes que forman un engranaje y si uno de ellos no funciona medianamente bien, en algún momento el engranaje se rompe. Es lo que le pasó a River y lo que le está pasando al grupo de equipos llamados “grandes” en Argentina.
Los dirigentes son el primer componente, porque son ellos los que tienen y deben planificar el futuro del club, los que deben encausar los esfuerzos y deben cuidar la salud de las instituciones cuya administración les fue encomendada. La palabra administración no es una palabra más, administración significa “Planificar”, “Organizar”, “Dirigir” y “Controlar”, curiosamente palabras extrañas a nuestros oídos que escuchamos solamente en períodos de campaña y luego olvidamos entre refuerzos resonantes, resultados deportivos y promesas incumplidas. Si hay algo que los dirigentes argentinos no hacen es administrar, porque la planificación se cae a pedazos por dos partidos perdidos y una pelota en el palo, la organización está ausente desde los clubes y desde la misma AFA, la dirección se concentra en calmar al hincha y el control se acomoda para cubrirse mutuamente de acciones que son tan corruptas como generalizadas.
Los hinchas son el segundo componente y no dejan de tener su parte en esta historia. Cuando decía anteriormente que focalizar culpas no sirve de nada es porque justamente favorece que nos olvidemos de responsables. Cuando se focalizan las culpas de los hinchas en los llamados “barrabravas” nos olvidamos que nosotros, los hinchas sanos del fútbol, también colaboramos aún sin intención en el deterioro de nuestras instituciones. Los hinchas no sabemos exactamente lo que queremos y ese mensaje es el que recogen nuestros dirigentes. Pedimos instituciones con economías sanas, desarrollar las inferiores, promover las acciones sociales, incorporar nuevas actividades e incorporar a la familia a la vida del club, pero una pelota en el palo o dos partidos perdidos parecen prevalecer y terminamos pidiendo la cabeza de todos los que estén a mano. Los hinchas sanos somos los que muchas veces nos creemos en el derecho de insultar a jugadores, de agredirlos e increparlos. Un jugador puede tener un desempeño bueno, malo o regular en la cancha. En cualquiera de los casos no merece jamás la constante falta de respeto a la cual los sometemos.
Los jugadores son el tercer componente y son los protagonistas. Son ellos los que en definitiva pueden meter la pelota en el arco rival o impedir que entre en el arco propio. Son los que nos regalan (cada vez menos) gambetas, lujos y goles, pero no dejan de ser trabajadores y como tales dependen del funcionamiento de toda la institución en la cual se desempeñan.
El cuarto componente es el organismo de control, en este caso la AFA. En realidad la asociación encabezada por Don Julio Grondona se merece páginas y páginas, pero para resumirlo podemos decir que quien tiene la responsabilidad del “control” hoy es el principal responsable del “descontrol”. Los clubes mueven millones de dólares año tras año y demostraron que si se los deja a su libre albedrío terminan en un verdadero desastre. Las decisiones en los clubes muchas veces pasan por el presidente y una comisión directiva cómplice. Dejar el destino de tanto dinero a un grupo de personas con procedencia, ética y preparación dudosa solo se explica si esta situación es funcional a los objetivos del organismo de “descontrol” y justamente eso es lo que pasa. A medida que los clubes se hunden más poder le dan a la AFA y más dependientes son de sus decisiones y de su “ayuda”. El resultado es el que estamos viendo.
Hay un quinto componente y creo que es el más ausente en todo esto: La educación. Al fútbol lo conforman las personas y si ellas carecen de educación no hay oportunidades de mejora. Los incidentes que vimos en el Monumental no fueron todas obras de barrabravas, había hinchas comunes, mujeres y adolescentes rompiendo su propio patrimonio. Los organismos de seguridad son absolutamente ineficientes, pero el verdadero problema no es de seguridad, es de educación. Si nosotros somos educados los incidentes que vemos todas las semanas en las canchas serían sólo hechos puntuales, esporádicos y absolutamente controlables.
El domingo fue una jornada muy particular y algunos se alegraron por la caída de un grande. Yo personalmente me quedé frío y muy preocupado, porque todo lo que llevó a River a tan dolorosa caída lo veo en mi club y en muchos otros. Dicen que en ocasiones las crisis representan oportunidades y esta es una de esas ocasiones. Lo cierto es que para aprovecharla debemos exigir una reestructuración de raíz, una solución integral. No nos debemos apurar por volver a ver la pelota rodando, porque por este camino de lo último que hablamos es de la pelota. Yo quiero volver a hablar de tácticas, de goles, de errores defensivos, de talento y del partido del domingo. Hoy los temas son los arbitrajes, los hechos de violencia, las canchas a puertas cerradas, los balances, los pasivos, las deudas, las auditorias y los actos de corrupción. Nos quieren hacer creer que, como somos parte de una sociedad que está enferma, el fútbol no puede aportar soluciones. Es al revés, el fútbol es un fenómeno social y como tal puede dar el puntapié inicial para buscar una solución mucho más amplia.
Si estás leyendo a esta altura de la nota es porque en algún punto pude captar tu interés y compartimos una indignación que nos entristece. Puede parecer que siempre decimos lo mismo y que repetimos sin sentido siempre las mismas palabras. Espero alguna vez podamos convencernos de que el problema es grande y complejo así de una vez por todas podamos afrontarlo como tal. Ojalá en un tiempo los domingos volvamos a hablar de fútbol y mis notas hablen de fútbol. Es el sueño de todos los que amamos el deporte.

martes, 21 de junio de 2011

¿Quién es el rival de River?



Estamos a horas de un partido histórico en el que River Plate, uno de los equipos más grandes de la Argentina se juega su historia al enfrentar cara a cara la posibilidad del descenso. Su rival, Belgrano, está en el centro de las miradas de los medios de todo el país como pocas veces lo estuvo en los últimos años.
Para nosotros los cordobeses no es extraño ver a Belgrano en estas instancias, conocemos a la perfección sus virtudes y sus defectos, las ha ido mostrando a lo largo de su larga historia. Los medios televisivos bonaerenses parecen estar ante la presencia de un equipo desconocido y al escuchar sus apreciaciones me surgió la necesidad de presentarles a este grande cordobés.
Belgrano, junto con Talleres, es uno de los dos equipos más populares de la provincia. Su historia está llena de estas instancias. Le tocó alguna vez perder una final contra su clásico rival y semanas más tarde sobreponerse y lograr el ascenso.
Como consecuencia de sus malos manejos dirigenciales, como muchos debió enfrentar la quiebra y su posterior gerenciamiento. Después de un comienzo con muchas dudas, toma el mando Armando Pérez y comienza un proceso de saneamiento, transparencia y seriedad. Se apostó por las divisiones inferiores, se les dio lugar en el primer equipo y se reforzó el plantel en la medida justa, con presupuestos equilibrados y objetivos claros. Estos procesos llevan tiempo, el ascenso se le viene negando, pero uno puede notar en sus hinchas una sensación de satisfacción y optimismo impensada hace unos años atrás. Aquellos que lo miramos desde afuera, sin sentimientos involucrados, estamos de acuerdo y deseamos que el resultado consagre el trabajo serio.
Este campeonato el equipo llegó a la última posición del Nacional B. En ese momento, pensar que el ascenso iba a ser una posibilidad sonaba como una utopía, pero tratándose de Belgrano las utopías son posibles, es su característica.
La llegada de Ricardo Zielinski le dio un aire fresco y con un juego aguerrido, simple y consciente de sus limitaciones llegó al objetivo de la promoción. Cuenta con jugadores de experiencia, que conocen la categoría y este tipo de instancias. Mariano Campodónico es el amuleto del ascenso, sabe lo que es ascender con Belgrano y con muchos otros equipos, parece que para ascender es condición tener a Campodónico en el plantel. Si bien alterna titularidad y suplencia, el goleador está y es siempre una alternativa.
El “picante” Pereyra es un jugador peligroso, veloz, inteligente y con gol. Nada más amoldado a la realidad de un River empapado en desesperación.
Olave, desde el arco transmite personalidad y voz de mando. Otro que de ascensos conoce y está en un buen momento.
Franco Vázquez es quizá su principal figura y quien aporta la cuota de buen pie y talento. Casualmente en otra promoción, contra Racing, muchos se vieron sorprendidos en aquel momento con otro pirata, Matías Suárez, que luego emigró al fútbol belga en donde se mantiene con muy buenas actuaciones. Hoy Franco Vázquez es el jugador a observar, tiene todo para sorprender.
No esperen en el celeste un equipo lírico y lleno de individualidades, pero tampoco un equipo tímido y superado por la circunstancia. Belgrano es justamente la clase de equipos contraindicados para enfermos terminales como River, uno que sabe a qué juega y deja la vida en la cancha. El equipo cordobés conoce sus debilidades y va a tratar de evitar que el juego pase por ellas, River es un mar de debilidades y la mental es la más peligrosa.
El resultado de esta historia es incierto, el fútbol es incierto y pocos podemos asegurar un desenlace. River es un grande de la Argentina, Belgrano es un grande de Córdoba y del interior del país. Todo está dado para que veamos un partido atractivo, que explota de emociones. Personalmente espero que le agreguen una cuota de buen fútbol y que todo se de en paz más allá de los resultados finales. Si eso se concreta estoy seguro que lo vamos a disfrutar, más allá de las camisetas y de las pasiones que nos invadan.

sábado, 18 de junio de 2011

El goleador que no fue.


Se termina un nuevo campeonato en el fútbol argentino, con situaciones curiosas, polémicas y muchas emociones, de las malas y las buenas. El mundo Boca pudo despedir a su máximo goleador, el gran Martín Palermo. Escribir sobre este asesino de redes no tendría mucho sentido y mis apreciaciones no agregarían nada nuevo. Por eso me voy a cruzar de vereda, hacia Núñez, y voy a recordar a un jugador exquisito, que por cuestiones del destino no pudo ser el goleador que todos esperamos.
Allá por 1999 debutaba Fernando Ezequiel Cavenaghi y rápidamente se transformó en una de las figuras del fútbol argentino. Los que más allá de las camisetas disfrutamos su clase y sus definiciones siempre sutiles no dudábamos en que el 9 de la selección para él era sólo una cuestión de tiempo y de madurez. En River brilló y tras 5 años cambió su destino hacia las frías tierras rusas, al Spartak de Moscú. Los que lo admiramos nos quedamos con un sabor amargo, el “Torito” tenía otro nivel, prometía seguir los pasos de otros goleadores riverplatenses como Hernán Crespo o Javier Saviola. Los dólares rusos pudieron más y nos alejaron del talento de una de las promesas más destacadas de nuestro fútbol por dos años. Cuando se que decía su ciclo en Moscú se había terminado todos nos dijimos que era el momento de dar el salto hacia una liga de primer nivel y que ahí iba a poder demostrar todas sus cualidades, pero apareció el Bordeaux, la Liga Francesa y su paso por el fútbol galo tuvo sinsabores porque arrancó con todo pero terminó en el olvido sentado en el banco de suplentes, demasiado talento derrochado. El Mallorca le dio finalmente la bienvenida a la Liga Española que sólo lo pudo disfrutar por 8 partidos, no llegó ni siquiera al número que marcaba su camiseta, el 10. Hoy lo vemos en el Inter de Porto Alegre, con poca continuidad y yo me pregunto siempre por qué Cavenaghi nunca llego a ser aquél goleador que nos prometió a fuerza de talento. Oportunidades tuvo, condiciones también. ¿Será que el fútbol no le perdonó nunca haber errado su destino allá por 2004 cuando estaba en su mejor momento y era pretendido por los mejores clubes de Europa? Lo cierto es que Europa no le sentó bien, River siempre fue su casa, pero nunca más volvió.
Arranqué la nota nombrando a Martín Palermo y no es casualidad, el titán tampoco tuvo un gran desempeño por suelo europeo, pero supo cuándo volver a su casa, se reencontró con el calor de su gente. El “Torito” todavía tiene el crédito abierto y seguramente River lo espera con ansias.
Se termina un nuevo campeonato y nuestro fútbol extraña cada vez más al selecto grupo de definidores exquisitos del cual Fernando supo ser parte. Sus 27 años nos dicen que todavía puede ser ese goleador efectivo, letal, pero por sobre todas las cosas muy vistoso. Después de todo dicen que lo que el fútbol te quita a la larga te lo devuelve y si hoy nos quitó a un animal del área como Palermo quien dice que no nos devuelva otro con la banda roja cruzada al pecho. En el fútbol los tacos, las gambetas y los sombreros son los que se llevan todos nuestros aplausos, pero cuando la pelota llega al área siempre es bueno tener un señor elegante que le presente a su eterna enamorada, la red.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Sin Rumbo

Mis primeros 29 años de vida mantuvieron una característica casi inalterable, la pasión por el fútbol. El fútbol argentino durante esos 29 años también presentó una característica inalterable, la presencia de Julio Humberto Grondona, un personaje polémico, acusado en miles de oportunidades pero inmutable en el poder. Todo en nuestro fútbol gira alrededor de “Don Julio”, ninguna decisión se toma sin su consentimiento y el resultado cada vez se aparta más de un rumbo coherente.
Los tiempos que vive AFA son turbulentos como nunca me tocó ver antes, las fallas son groseras y generales. Ya la discusión no pasa por la designación de un DT, ni por el sistema de disputa de los torneos ni por los promedios, temas importantes que hoy son sólo partes de un problema mayor alimentado por la existencia por primera vez en mucho tiempo de un contendiente que ataca con las mismas armas. El surgimiento de Daniel Vila, discutido empresario, puso al descubierto una realidad que todos conocíamos, pero que se callaba. Empezamos a escuchar casos de sobornos en arbitrajes, casos de doping ocultos, arreglos dirigenciales y una alarmante discrecionalidad en el manejo de fondos que sólo favorece a clubes obsecuentes, o mejor dicho a dirigentes obsecuentes porque los clubes son los más perjudicados.
Los clubes se endeudan, ofrecen sueldos millonarios por jugadores que no reflejan su valor en el campo de juego, se cierran acuerdos con empresarios que vacían divisiones inferiores y actúan como “usureros deportivos”. Pero no importa, la AFA todo lo tapa con dinero fresco que no hace más que comprar más y más obsecuencia. En un país serio, la AFA sería un organismo de control encargado de prevenir estos comportamiento y velar por la salud de los clubes a través de un marco regulatorio serio, coherente, oportuno e integralmente aplicable. Hoy, el marco regulatorio no es ni más ni menos que “lo que Don Julio diga”.
Los arbitrajes avivan el fuego. Todos los fines de semana vemos errores que de polémicos ya no tienen nada, de groseros tienen todo. Luego escuchamos declaraciones de ex colegiados reconociendo una mafia arbitral, arreglo de partidos y favoritismos predeterminados. Hace unas semanas el ex árbitro Juan Bava contaba en ESPN cómo, en su condición de hincha de Boca favoreció al club de la rivera, cómo en un partido cobró un penal y cuando los jugadores no acataron la decisión siguió el partido sin hacer nada. El ex hombre de negro explicaba de compensaciones y todo con la risa cómplice de los conductores del programa de turno. La verdad a mi no me dio risa, me dio una pena y una vergüenza enorme. La AFA no desconoce esta situación, es cómplice, y lejos de controlar y sancionar consiente y alienta este tipo de comportamientos.
La violencia es otro de los focos sin solución, la propuesta de AFA (reactiva, nunca proactiva) es cerrar estadios, jugar con público local y desviar culpas hacia la policía y la justicia. Deberían ya saber a estas alturas que los violentos no distinguen de camisetas, que son mafias organizadas y que son capaces de tirar una piedra en una cancha u otra, nada se gana con suspender un estadio sino dar la sensación de estar “tomando medidas”, los resultados no le dan la razón al organismo máximo de nuestro fútbol. Otra vez, en lugar de controlar, planificar y sancionar, el comportamiento es cómplice.
Hace unos días, las palabras de Diego Armando Maradona, como siempre, encendieron la mecha sobre un supuesto caso de Doping encubierto sobre aquella recordada serie de Argentina con Australia por el pasaje al Mundial de USA 94. Grondona reconoció la situación diciendo que intentaba proteger a Maradona. Sí, eso dijo, increíblemente reconoció la situación como si no pasara nada. En cualquier país serio, eso sería motivo más que suficiente para que este personaje renuncie y la justicia lo investigue. Difícilmente esto suceda con el número dos de FIFA.
El surgimiento de Daniel Vila no me deja más tranquilo. Es saludable que se ponga el tema sobre la mesa, pero estoy cansado de elegir la opción menos peor. La solución debe partir de nosotros, que debemos exigir a nuestros dirigentes que se comporten como tales y no como simples punteros políticos del inmutable Julio Grondona. Después de todo hoy tenemos “Fútbol para Todos”, pero cada vez tenemos menos ganas de ver este fútbol y nos alejamos del deporte que amamos.  Espero que mis próximos años me permitan disfrutar mucho más de esta hermosa pasión que es el fútbol.




martes, 10 de mayo de 2011

¿Qué queremos de nuestros clubes?



Si hay algo en lo que todos los hinchas del fútbol argentino estamos casi todos de acuerdo es que la gestión de los dirigentes en todos los ámbitos de nuestros clubes presenta muchísimas falencias, a veces irrecuperables. Los socios votan una propuesta y rápidamente empiezan a ver que los elegidos toman caminos diferentes al que prometieron transitar. Es usual en las campañas políticas escuchar palabras como “proyecto”, “largo plazo”, “desarrollo de divisiones inferiores”, “recuperar la historia del club”, “poner al club en el lugar del que nunca debió haberse ido”, etc. Creo que todos coincidimos en que estas cuestiones deben orientar una gestión. En ese sentido para un candidato resulta demasiado fácil hacer foco en esos aspectos y combinarlos con dos o tres frases populares. Esto sumado a la compra de apoyo por parte de los barras garantiza el éxito en las elecciones. En definitiva, las palabras las pueden usar todos y el futuro político del club es definido por acuerdos que a la larga se pagan a precios demasiado elevados. A veces nos preguntamos por qué los barrabravas siguen en los clubes y los dirigentes no hacen nada por frenarlos, bueno, ahí tienen una parte de la respuesta, los necesitan porque no tienen otra manera de ganar peso político, resulta más fácil eso antes que gestionar honesta y responsablemente. Pero claro, los barras son minoría entre los socios, los demás son los que pueden marcar la diferencia, pero para ello deben tener en claro una idea de club, una idea del perfil de dirigente que buscan y las acciones que van a requerir de ellos. El socio no se debe quedar en las palabras alentadoras que abundan en una campaña. Primero el hincha debe ponerse de acuerdo en el proyecto de club que quiere y qué tiempo está dispuesto a aguardar por la concreción de ese proyecto. Los clubes argentinos están en una crisis dirigencial muy profunda y el cambio a realizar para torcer el rumbo debe ser igual de profundo, y eso lleva mucho tiempo, muchas acciones, muchos sacrificios y mucha pero mucha coherencia. Los objetivos están planteados, debemos definir cómo queremos lograr esos objetivos y preguntarle a quienes dicen estar en condiciones de ejecutar los planes adecuados cómo piensan hacerlo, con qué recursos, en qué plazos, cómo van a reaccionar ante situaciones adversas que seguro van a venir, cómo piensan informar y mostrar los avances y qué grado de compromiso tienen con el futuro de la institución que van a gestionar. Eso es mucho más difícil de responder y es lo que nos va a dar pautas claras para luego saber si nos están mintiendo o si están cumpliendo realmente con el proyecto. La participación y tolerancia de los socios y el hincha en general es clave. Estos procesos son difíciles, pero a la larga nos terminan inundando de una satisfacción enorme, la de ver nuevamente a nuestros clubes en una realidad positiva, saludable y que esto sea sostenible en el tiempo. Estos procesos requieren claramente de acciones y planes a corto, mediano y largo plazo, todo debe estar articulado y el compromiso debe darse en todos los niveles del club.
A nivel AFA vemos lo mismo, con la diferencia que aquellos que elegimos para representarnos parecen apichonarse cuando llegan ante el máximo responsable de nuestro fútbol. ¿Tienen miedo a represalias? Que denuncien públicamente cuando eso suceda, que luchen contra ese sistema, el hincha jamás se los va a reclamar porque quiere un cambio y esto es clave en ese cambio.
Es lindo ir a ver a nuestro equipo los fines de semana, es lindo analizar los partidos y cuando las cosas no salen en la cancha es saludable que el hincha opine y debata sanamente, pero el compromiso del hincha debe ir mucho más allá y velar porque su club sea manejado responsablemente, con honestidad, transparencia, capacidad y coherencia. El deterioro es cada vez más grande y ya muchos nos encontramos cansados de ver lo mismo semana tras semana, año tras año y no ver un cambio. Somos muchos los que nos alejamos lentamente del fútbol por todo este marco desastroso que lo rodea y es una lástima porque es una de las pasiones más hermosas, capaz de eliminar diferencias y capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Por ahora sólo está sacando lo peor. Empecemos a hacer resurgir todo lo bueno que nos puede dar el fútbol. El camino es largo, pero hay que empezarlo antes de que nos distanciemos definitivamente del deporte que amamos.

martes, 19 de abril de 2011

¿A qué deporte jugamos?



Pasó un nuevo clásico del fútbol argentino, en este caso el de Avellaneda. Clásico, partido singular, casi único, en el que todos se preparan de una manera especial y en el que se olvidan las realidades previas. Partido que se espera desde que empieza la temporada y es el primero que los hinchas miramos cuando conocemos el fixture. Los clásicos sacan un extra de los jugadores y de los hinchas, por eso la presión también se agranda. Los 90 minutos suelen ser intensos, a “cara de perro” como se suele decir. Las cuestiones futbolísticas quedan un poco de lado, el juego no se analiza demasiado y el resultado se explica por la actitud. El que gana seguramente es el que corrió más, el que trabó con más fuerza que el rival y el que siempre agachó la cabeza para ir al frente, alentado por el ruido frenético de su hinchada. El que pierde demostró que los colores le quedan grandes, que no entiende lo que significa la historia de este tipo de partidos, que le da lo mismo ganar que perder, que no pueden jugar más con la camiseta del equipo que representan. El clásico marca siempre un antes y un después. Causas y argumentos sobran y escuchamos de todo tipo, pero normalmente no tienen nada que ver con el deporte que se juega. Esto ocurre, con menor intensidad en el resto de los partidos y generalmente va marchando al ritmo del resultado. Cuando se gana tampoco se gana por tocar la pelota mejor que el rival sino por personalidad, por destreza física, por actitud y muchas otras cosas, menos con el uso de la redonda.
El hincha de fútbol no solamente alienta, sino que evalúa y exige, reclama de sus jugadores “algo”. Es casi un denominador común en todos los clubes que ese “algo” tenga un sinónimo automático que se traduce en la palabra “huevo”. Así, todos los fines de semana vemos como 22 jugadores corren atrás de una pelota para recuperarla, y cuando la tienen no saben qué hacer con ella, sino que la patean para adelante para que la línea de delanteros haga “algo” con ella. De esa manera tenemos delanteros corredores que cuando llegan al área se enfrentan al arquero y no saben cómo ni cuándo definir. El que intenta jugar a la pelota, normalmente tira una pared y recibe un ladrillo como respuesta. Eso sí, el que se la devolvió corrió los 90 minutos y se va aplaudido. El que quiso tirar la pared no tiene ese “algo”, o léase no tiene “huevo” y se va silbado. Cuando el partido se pierde no se busca explicación en el simple jueguito de pasarse la pelota entre compañeros sino en cuestiones físicas, anímicas, de sistema, de personalidad y vaya a saber cuántas otras cuestiones más que resultan secundarias al momento de analizar el principal factor que explica un resultado: “El fútbol”. Si, el mismo nombre indica de qué se trata este deporte, el mismo nombre indica qué es lo más importante. Si tenés el fútbol y lo sabés usar, lo más probable es que ganes el partido. No hace falta defenderse con 11 jugadores, ni atrasar las líneas en forma exagerada, ni correr sin sentido atrás de la pelota. Si la tenés marcás diferencia. Entonces, ¿Por qué cuando un equipo pierde lo primero que se reclama es actitud? No hay dudas que es un factor importante, como también lo es la preparación física o los conceptos tácticos, pero no son los factores fundamentales, en un deporte en el que la actitud por sí misma no alcanza ni por asomo.
En el fútbol no hay recetas que garanticen un resultado. Hasta ahora probamos reclamando hasta el hartazgo actitud, personalidad y “huevo” sin muchos logros. Si reclamamos con el mismo énfasis que nuestros jugadores toquen bien la pelota, jueguen con inteligencia, generen movilidad, miren el arco del frente y sean agresivos a la hora de atacar, tengo la plena seguridad de que los resultados serían mejores. Pero nadie tiene certezas, y me puedo equivocar. Si eso ocurre por lo menos habremos visto un mejor espectáculo, mas entretenido y vistoso. Después de todo en este deporte gana el que mejor juega, no el que tiene más cara de malo.