miércoles, 25 de mayo de 2011

Sin Rumbo

Mis primeros 29 años de vida mantuvieron una característica casi inalterable, la pasión por el fútbol. El fútbol argentino durante esos 29 años también presentó una característica inalterable, la presencia de Julio Humberto Grondona, un personaje polémico, acusado en miles de oportunidades pero inmutable en el poder. Todo en nuestro fútbol gira alrededor de “Don Julio”, ninguna decisión se toma sin su consentimiento y el resultado cada vez se aparta más de un rumbo coherente.
Los tiempos que vive AFA son turbulentos como nunca me tocó ver antes, las fallas son groseras y generales. Ya la discusión no pasa por la designación de un DT, ni por el sistema de disputa de los torneos ni por los promedios, temas importantes que hoy son sólo partes de un problema mayor alimentado por la existencia por primera vez en mucho tiempo de un contendiente que ataca con las mismas armas. El surgimiento de Daniel Vila, discutido empresario, puso al descubierto una realidad que todos conocíamos, pero que se callaba. Empezamos a escuchar casos de sobornos en arbitrajes, casos de doping ocultos, arreglos dirigenciales y una alarmante discrecionalidad en el manejo de fondos que sólo favorece a clubes obsecuentes, o mejor dicho a dirigentes obsecuentes porque los clubes son los más perjudicados.
Los clubes se endeudan, ofrecen sueldos millonarios por jugadores que no reflejan su valor en el campo de juego, se cierran acuerdos con empresarios que vacían divisiones inferiores y actúan como “usureros deportivos”. Pero no importa, la AFA todo lo tapa con dinero fresco que no hace más que comprar más y más obsecuencia. En un país serio, la AFA sería un organismo de control encargado de prevenir estos comportamiento y velar por la salud de los clubes a través de un marco regulatorio serio, coherente, oportuno e integralmente aplicable. Hoy, el marco regulatorio no es ni más ni menos que “lo que Don Julio diga”.
Los arbitrajes avivan el fuego. Todos los fines de semana vemos errores que de polémicos ya no tienen nada, de groseros tienen todo. Luego escuchamos declaraciones de ex colegiados reconociendo una mafia arbitral, arreglo de partidos y favoritismos predeterminados. Hace unas semanas el ex árbitro Juan Bava contaba en ESPN cómo, en su condición de hincha de Boca favoreció al club de la rivera, cómo en un partido cobró un penal y cuando los jugadores no acataron la decisión siguió el partido sin hacer nada. El ex hombre de negro explicaba de compensaciones y todo con la risa cómplice de los conductores del programa de turno. La verdad a mi no me dio risa, me dio una pena y una vergüenza enorme. La AFA no desconoce esta situación, es cómplice, y lejos de controlar y sancionar consiente y alienta este tipo de comportamientos.
La violencia es otro de los focos sin solución, la propuesta de AFA (reactiva, nunca proactiva) es cerrar estadios, jugar con público local y desviar culpas hacia la policía y la justicia. Deberían ya saber a estas alturas que los violentos no distinguen de camisetas, que son mafias organizadas y que son capaces de tirar una piedra en una cancha u otra, nada se gana con suspender un estadio sino dar la sensación de estar “tomando medidas”, los resultados no le dan la razón al organismo máximo de nuestro fútbol. Otra vez, en lugar de controlar, planificar y sancionar, el comportamiento es cómplice.
Hace unos días, las palabras de Diego Armando Maradona, como siempre, encendieron la mecha sobre un supuesto caso de Doping encubierto sobre aquella recordada serie de Argentina con Australia por el pasaje al Mundial de USA 94. Grondona reconoció la situación diciendo que intentaba proteger a Maradona. Sí, eso dijo, increíblemente reconoció la situación como si no pasara nada. En cualquier país serio, eso sería motivo más que suficiente para que este personaje renuncie y la justicia lo investigue. Difícilmente esto suceda con el número dos de FIFA.
El surgimiento de Daniel Vila no me deja más tranquilo. Es saludable que se ponga el tema sobre la mesa, pero estoy cansado de elegir la opción menos peor. La solución debe partir de nosotros, que debemos exigir a nuestros dirigentes que se comporten como tales y no como simples punteros políticos del inmutable Julio Grondona. Después de todo hoy tenemos “Fútbol para Todos”, pero cada vez tenemos menos ganas de ver este fútbol y nos alejamos del deporte que amamos.  Espero que mis próximos años me permitan disfrutar mucho más de esta hermosa pasión que es el fútbol.




martes, 10 de mayo de 2011

¿Qué queremos de nuestros clubes?



Si hay algo en lo que todos los hinchas del fútbol argentino estamos casi todos de acuerdo es que la gestión de los dirigentes en todos los ámbitos de nuestros clubes presenta muchísimas falencias, a veces irrecuperables. Los socios votan una propuesta y rápidamente empiezan a ver que los elegidos toman caminos diferentes al que prometieron transitar. Es usual en las campañas políticas escuchar palabras como “proyecto”, “largo plazo”, “desarrollo de divisiones inferiores”, “recuperar la historia del club”, “poner al club en el lugar del que nunca debió haberse ido”, etc. Creo que todos coincidimos en que estas cuestiones deben orientar una gestión. En ese sentido para un candidato resulta demasiado fácil hacer foco en esos aspectos y combinarlos con dos o tres frases populares. Esto sumado a la compra de apoyo por parte de los barras garantiza el éxito en las elecciones. En definitiva, las palabras las pueden usar todos y el futuro político del club es definido por acuerdos que a la larga se pagan a precios demasiado elevados. A veces nos preguntamos por qué los barrabravas siguen en los clubes y los dirigentes no hacen nada por frenarlos, bueno, ahí tienen una parte de la respuesta, los necesitan porque no tienen otra manera de ganar peso político, resulta más fácil eso antes que gestionar honesta y responsablemente. Pero claro, los barras son minoría entre los socios, los demás son los que pueden marcar la diferencia, pero para ello deben tener en claro una idea de club, una idea del perfil de dirigente que buscan y las acciones que van a requerir de ellos. El socio no se debe quedar en las palabras alentadoras que abundan en una campaña. Primero el hincha debe ponerse de acuerdo en el proyecto de club que quiere y qué tiempo está dispuesto a aguardar por la concreción de ese proyecto. Los clubes argentinos están en una crisis dirigencial muy profunda y el cambio a realizar para torcer el rumbo debe ser igual de profundo, y eso lleva mucho tiempo, muchas acciones, muchos sacrificios y mucha pero mucha coherencia. Los objetivos están planteados, debemos definir cómo queremos lograr esos objetivos y preguntarle a quienes dicen estar en condiciones de ejecutar los planes adecuados cómo piensan hacerlo, con qué recursos, en qué plazos, cómo van a reaccionar ante situaciones adversas que seguro van a venir, cómo piensan informar y mostrar los avances y qué grado de compromiso tienen con el futuro de la institución que van a gestionar. Eso es mucho más difícil de responder y es lo que nos va a dar pautas claras para luego saber si nos están mintiendo o si están cumpliendo realmente con el proyecto. La participación y tolerancia de los socios y el hincha en general es clave. Estos procesos son difíciles, pero a la larga nos terminan inundando de una satisfacción enorme, la de ver nuevamente a nuestros clubes en una realidad positiva, saludable y que esto sea sostenible en el tiempo. Estos procesos requieren claramente de acciones y planes a corto, mediano y largo plazo, todo debe estar articulado y el compromiso debe darse en todos los niveles del club.
A nivel AFA vemos lo mismo, con la diferencia que aquellos que elegimos para representarnos parecen apichonarse cuando llegan ante el máximo responsable de nuestro fútbol. ¿Tienen miedo a represalias? Que denuncien públicamente cuando eso suceda, que luchen contra ese sistema, el hincha jamás se los va a reclamar porque quiere un cambio y esto es clave en ese cambio.
Es lindo ir a ver a nuestro equipo los fines de semana, es lindo analizar los partidos y cuando las cosas no salen en la cancha es saludable que el hincha opine y debata sanamente, pero el compromiso del hincha debe ir mucho más allá y velar porque su club sea manejado responsablemente, con honestidad, transparencia, capacidad y coherencia. El deterioro es cada vez más grande y ya muchos nos encontramos cansados de ver lo mismo semana tras semana, año tras año y no ver un cambio. Somos muchos los que nos alejamos lentamente del fútbol por todo este marco desastroso que lo rodea y es una lástima porque es una de las pasiones más hermosas, capaz de eliminar diferencias y capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Por ahora sólo está sacando lo peor. Empecemos a hacer resurgir todo lo bueno que nos puede dar el fútbol. El camino es largo, pero hay que empezarlo antes de que nos distanciemos definitivamente del deporte que amamos.