Cuando empecé a escribir de fútbol nunca pensé que iba a dedicar una nota a quienes naturalmente son los encargados de informar y analizar en el ambiente del deporte que todos amamos: los periodistas deportivos. Ayer explotó en todos los canales la noticia de la lesión ligamentaria de Giovanni Moreno, una de las gratas apariciones del último campeonato en un fútbol en el cual los talentos se vienen negando. Desde ayer hasta hoy escuché todo tipo de opiniones y análisis que tocaron desde temas deportivos hasta aspectos psicológicos y éticos. A mi entender, es válido expresar opiniones, pero nunca se puede carecer de fundamentos.
Hay voces que sistemáticamente se levantan a favor de ciertos intereses políticos y de poder, ya sea del ámbito deportivo o gubernamental. Cualquier persona objetiva que logre abstraerse de ideologías puede notar en ciertas declaraciones o discursos cierta animosidad, pero ese es un tema para otro momento.
Si vamos al aspecto específicamente deportivo, vamos a encontrar infinitas contradicciones, comentarios infundados y discursos simplistas que lejos están de representar la real función de muchos informadores del deporte.
Cuando un club demuestra debilidades financieras, en seguida escuchamos análisis totalmente incompletos, con conceptos incorrectos y siempre apuntando a satisfacer la opinión “incuestionable” del hincha. Claro, el hincha es el que compra. Rara vez vamos a ver en el piso de cualquier programa de televisión a un contador o especialista en finanzas para explicar adecuadamente el tema. La situación financiera de un club no se limita a lo que debe, sino que involucra muchísimos elementos, requiere de mucha información y de profesionales capaces de interpretarla.
Volviendo al tema de moda en estos días (la lesión de Giovanni Moreno) nos tocó escuchar barbaridades como “Barrientos no debe jugar nunca más en el fútbol argentino”. Sin embargo patadas fuertes vemos desde que existe el fútbol, lesiones también. Entonces escuchamos decir “Giovanni Moreno se lesionó porque fue a buscarlo a Barrientos debido a la presión psicológica a la que fue sometido durante todo el partido”…. Si, puntos suspensivos. ¿Realmente un periodista deportivo está en condiciones de afirmar con tanta liviandad algo semejante? Es por lo menos irresponsable escuchar este tipo de análisis por parte de personas que no tienen la formación para hacerlo.
Cuando se dan cuenta que los fundamentos son insuficientes entonces entran en el terreno de la ética y cuestionan actitudes que muchas veces festejaron. Se cuestiona el comportamiento de un jugador que “saca” psicológicamente a otro de un partido, se cuestiona la pierna fuerte de un jugador, pero al mismo tiempo se festeja la “picardía” de otros al inventar un penal, se califica de genialidad un gol con la mano, se ríen de las prácticas de un DT que mandaba a sus jugadores a pinchar con agujas a los rivales y se fomenta aquella historia confirmada por sus protagonistas del bidón de Branco como si se tratara de una hazaña nacional.
El partido de All Boys – Racing no es diferente a muchos de lo que vemos cada fin de semana, planteos similares vemos en todas las divisiones del fútbol argentino y del mundo. El juego fuerte existe desde siempre, para eso existe el reglamento, para castigar el comportamiento violento dentro del marco deportivo, pero llegar estigmatizar a un jugador por su actuación en un partido es demasiado y es totalmente irresponsable. La misma responsabilidad que se le reclama al jugador es de la cual carecen muchos periodistas en el ámbito del fútbol. Más allá de que muchos lo nieguen, son formadores de opinión e influyen en quienes los escuchan o leen. Se habló todo el día del comportamiento violento del hombre de All Boys, pero se dejó pasar casi inadvertido el hecho de que éste haya recibido amenazas de muerte, tanto él cómo su familia. Claro, remarcarlo sería aceptar su propia culpa.
Se quedan con la noticia que “vende” aún a riesgo de faltar a la realidad. Las lesiones que vemos todos los fines de semana no son siempre resultado de patadas o comportamientos violentos. Si uno habla con cualquier preparador físico se va a enterar que los jugadores son llevados al límite y que, por tal razón, quedan expuestos a muchísimas lesiones. Hoy vemos gran cantidad de lesiones ligamentarias que antes no veíamos y rara vez se debe a una patada de algún jugador rival o a una táctica defensiva. Obvio, analizar los pormenores de la preparación física no reditúa.
Tampoco parece ser tan fuerte la patada que pega el jugador de un equipo chico a la que pega algún jugador de equipo grande. Cuando el que pega se desempeña en Boca, River, Independiente, Racing o San Lorenzo se habla de “presencia”. Cuando el que pega es de All Boys se habla de “violencia”.
Alguna vez escribí sobre el papel de los dirigentes o de los mismos hinchas en la manera en que se vive el fútbol. Los periodistas deportivos no están al margen, son formadores de opinión y deben ser cuidadosos, responsables y concientes de lo que sus palabras generan. Hay muchas excepciones, mucha gente seria, pero también hay de la otra y tienen mucho espacio. Esta nota seguramente no va a cambiar la ecuación, pero de mi parte sirve para plantarme en la vereda del frente desde mi humilde rol de “no periodista”.