martes, 10 de mayo de 2011

¿Qué queremos de nuestros clubes?



Si hay algo en lo que todos los hinchas del fútbol argentino estamos casi todos de acuerdo es que la gestión de los dirigentes en todos los ámbitos de nuestros clubes presenta muchísimas falencias, a veces irrecuperables. Los socios votan una propuesta y rápidamente empiezan a ver que los elegidos toman caminos diferentes al que prometieron transitar. Es usual en las campañas políticas escuchar palabras como “proyecto”, “largo plazo”, “desarrollo de divisiones inferiores”, “recuperar la historia del club”, “poner al club en el lugar del que nunca debió haberse ido”, etc. Creo que todos coincidimos en que estas cuestiones deben orientar una gestión. En ese sentido para un candidato resulta demasiado fácil hacer foco en esos aspectos y combinarlos con dos o tres frases populares. Esto sumado a la compra de apoyo por parte de los barras garantiza el éxito en las elecciones. En definitiva, las palabras las pueden usar todos y el futuro político del club es definido por acuerdos que a la larga se pagan a precios demasiado elevados. A veces nos preguntamos por qué los barrabravas siguen en los clubes y los dirigentes no hacen nada por frenarlos, bueno, ahí tienen una parte de la respuesta, los necesitan porque no tienen otra manera de ganar peso político, resulta más fácil eso antes que gestionar honesta y responsablemente. Pero claro, los barras son minoría entre los socios, los demás son los que pueden marcar la diferencia, pero para ello deben tener en claro una idea de club, una idea del perfil de dirigente que buscan y las acciones que van a requerir de ellos. El socio no se debe quedar en las palabras alentadoras que abundan en una campaña. Primero el hincha debe ponerse de acuerdo en el proyecto de club que quiere y qué tiempo está dispuesto a aguardar por la concreción de ese proyecto. Los clubes argentinos están en una crisis dirigencial muy profunda y el cambio a realizar para torcer el rumbo debe ser igual de profundo, y eso lleva mucho tiempo, muchas acciones, muchos sacrificios y mucha pero mucha coherencia. Los objetivos están planteados, debemos definir cómo queremos lograr esos objetivos y preguntarle a quienes dicen estar en condiciones de ejecutar los planes adecuados cómo piensan hacerlo, con qué recursos, en qué plazos, cómo van a reaccionar ante situaciones adversas que seguro van a venir, cómo piensan informar y mostrar los avances y qué grado de compromiso tienen con el futuro de la institución que van a gestionar. Eso es mucho más difícil de responder y es lo que nos va a dar pautas claras para luego saber si nos están mintiendo o si están cumpliendo realmente con el proyecto. La participación y tolerancia de los socios y el hincha en general es clave. Estos procesos son difíciles, pero a la larga nos terminan inundando de una satisfacción enorme, la de ver nuevamente a nuestros clubes en una realidad positiva, saludable y que esto sea sostenible en el tiempo. Estos procesos requieren claramente de acciones y planes a corto, mediano y largo plazo, todo debe estar articulado y el compromiso debe darse en todos los niveles del club.
A nivel AFA vemos lo mismo, con la diferencia que aquellos que elegimos para representarnos parecen apichonarse cuando llegan ante el máximo responsable de nuestro fútbol. ¿Tienen miedo a represalias? Que denuncien públicamente cuando eso suceda, que luchen contra ese sistema, el hincha jamás se los va a reclamar porque quiere un cambio y esto es clave en ese cambio.
Es lindo ir a ver a nuestro equipo los fines de semana, es lindo analizar los partidos y cuando las cosas no salen en la cancha es saludable que el hincha opine y debata sanamente, pero el compromiso del hincha debe ir mucho más allá y velar porque su club sea manejado responsablemente, con honestidad, transparencia, capacidad y coherencia. El deterioro es cada vez más grande y ya muchos nos encontramos cansados de ver lo mismo semana tras semana, año tras año y no ver un cambio. Somos muchos los que nos alejamos lentamente del fútbol por todo este marco desastroso que lo rodea y es una lástima porque es una de las pasiones más hermosas, capaz de eliminar diferencias y capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Por ahora sólo está sacando lo peor. Empecemos a hacer resurgir todo lo bueno que nos puede dar el fútbol. El camino es largo, pero hay que empezarlo antes de que nos distanciemos definitivamente del deporte que amamos.

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