El título de esta nota fue la pregunta que me hice el
domingo, apenas pasadas las 17 hs. 90 minutos antes, me había puesto mi
camiseta con el entusiasmo de estrenarla el mismo día que mi equipo y la
ilusión de convertirla en mi nuevo amuleto. Pero no hay amuleto posible cuando
lo que pasa adentro de la cancha decepciona de la manera en que lo hizo. Claro,
no era muy arriesgada mi apuesta, jugaba un club grande de la Argentina contra
un equipo golpeado y a horas de su descenso a segunda división. Aposté a lo que
parecía seguro, pero déjenme decirles que perdí.
El partido en cuestión fue Independiente – Olimpo. Si están
medianamente informados deducirán que el color de mi camiseta no era amarillo y
negro. Créanme que en la primera jugada del partido supe cuál sería el
resultado y no faltó mucho para que lo confirmara. Este Independiente es uno de
los equipos más pobres que me tocó presenciar como hincha. Ya no me pregunto
por qué uno u otro jugador son titulares, me pregunto cómo llegaron a trabajar
de futbolistas. Pero les juro que lo entiendo, a veces no se puede armar un
gran plantel, más con la actual situación económico-financiera de la
institución. Llegué al extremo de tolerar un equipo que juegue a nada y los que
siguen mis notas sabrán que es demasiado para mí. Pero no puedo tolerar ver
jugadores sin alma. Ver que apenas empezado el partido 5 tipos se quedan
parados levantando la mano y sólo uno siguió la jugada es increíble,
inaceptable. Lamentablemente ése último no era de mi equipo y la pelota terminó
adentro del arco.
Sé que ustedes solo me están leyendo y no me van a
contestar, pero les pregunto cómo se llegó a esto. Hoy les escribo como hincha
aunque juré mil veces no hacerlo. Pero no soy periodista, yo soy hincha así que
me permito violar esa regla que me impuse. Minutos después de terminado el
partido mi papá, que me vio con bronca, me dijo “no te calentés, Independiente
no tiene jugadores”. Le dije “papá, eso ya lo sé, hace rato que no los tenemos,
pero ¿Cuándo perdimos el alma?” Aún en mi deplorable condición física si me
pusieran la roja, les juro que correría hasta que se me gasten los pulmones,
porque a mi club lo amo. Esos tipos que dicen ser verdaderos profesionales son
privilegiados, ganan mucho dinero, hasta el más limitado de ellos. Hacen sacrificio,
así se justifican. Todos lo hacemos y por mucho menos dinero. El futbolista es
un privilegiado y, en vez de cuidar a quien le otorga ese privilegio, actúan
como si nada importara.
Cuando hablo de alma, no me refiero a correr como tontos
atrás de la pelota, me refiero a que si la pelota está suelta y vas a trabar,
tiene que quedarte a vos. Vos sos el primero en ir a buscarla y a la jugada la
seguís hasta el final. Me refiero a comprometerse con la camiseta que llevás
puesta, más en un club que se está esforzando en hacer las cosas bien después
de demasiado tiempo. A que si perdiste no te tomes dos días de descanso, descansá lo mínimo necesario y rompete el lomo por ganar el próximo partido o, por lo menos, mejorar.
Señores, les pregunto, ¿Cómo puede ser que desde el
semillero de uno de los clubes más grandes de América no puede surgir un
lateral con mejores condiciones futbolísticas que Gabriel Vallés o Adrián
Argachá? Si llamamos a cada uno de los formadores que tiene la cantera y no
puede darnos por lo menos dos o tres alternativas mejores, debería venir con el
telegrama de renuncia en la mano. Si son hinchas del rojo piensen y traten de
recordar cuál fue el último lateral derecho surgido con éxito de las
inferiores. Les puedo asegurar que les va a costar responderlo.
Para colmo de males, un día después escucho la noticia de
que nuestro vicepresidente renuncia o “pide licencia” por amenazas serias de
muerte. El club está destrozado y yo también. No hay un solo aspecto en el que
la situación de Independiente pueda calificarse de positiva. La dirigencia, a
la cual en algún momento analicé y le marqué algunos errores, está haciendo
realmente un trabajo titánico. Me pongo en su piel y me da la sensación que
están tratando de parar una avalancha con una pala. Siento que en algún momento
la nieve los va a alcanzar y no por sus deficiencias, sino porque la avalancha
es muy grande.
Las ayudas que se reciben son solo fotos políticas. Les pido
que me perdonen si soy injusto, pero no puedo ser optimista con respecto a la
ayuda política siendo que el Gobierno Nacional creó aquél engendro llamado “Hinchadas
Unidas Argentinas” con el actual villano de turno, Bebote Álvarez, a la cabeza.
Tampoco puedo ser optimista con respecto a la ayuda que promete la AFA cuyo
presidente fue cómplice durante más de 30 años de todos los males que aquejan a
nuestro deporte y en todos los frentes. Si mi club está fundido es en gran parte
responsabilidad del Sr. Grondona, como cabeza del organismo encargado de controlar
a mis dirigentes. No es raro entender esa complicidad cuando la AFA se
convierte en el principal acreedor de mi club y que no cobra con dinero, sino
con complicidad para otros negocios que le generan aún más billetes.
No puedo confiar tampoco en la ayuda de otros clubes, cuando
sus dirigentes tienen miedo de apoyar explícitamente la lucha de nuestro
presidente y, cuando lo hacen, lo hacen sólo de palabra. Sino que alguien me
explique por qué Angelici no aplica el derecho de admisión para con su
barrabrava. Y nombro a Angelici solo por dar un ejemplo.
Bueno, entonces confiemos en el Coprosede. Ah, no, la única
solución que me puede plantear este organismo es cerrar la entrada de hinchas a
la cancha, salvo que en el torneo esté uno de los denominados equipos grandes.
De hecho, cuando River descendió al Nacional B, los hinchas visitantes pudieron
volver, la violencia desapareció por arte de magia. La solución que nos da el
organismo encargado de planificar la seguridad deportiva es básicamente reconocer
su propia incapacidad. ¿Hace falta una comisión para decidir que no se puede
enfrentar el problema? No.
Así está mi Independiente, mal en lo deportivo, mal en lo
económico, mal en lo financiero y desprotegido en lo institucional. Sólo quedamos
los hinchas y un puñado de dirigentes honestos con ganas de pelearla a pesar del
resultado casi ya definido.
Cuando terminé de preguntarme y pensar en todo eso, sonó el
silbato del árbitro. Tres puntos que se perdieron y un futuro que asusta. Y ahí
fue cuando me pregunté ¿Qué te han hecho?, aunque debería preguntarme ¿Qué te
hemos hecho Independiente? Perdonanos, ¿Qué podemos hacer para resucitarte? …. e
Independiente me respondió: “Con alma”. Tenemos que poner el alma todos; hinchas,
jugadores y dirigentes, porque estamos solos. Si no ponemos el corazón nuestro
enfermo se muere. Demostremos y ratifiquemos que seguimos siendo el verdadero
Orgullo Nacional.
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