viernes, 17 de febrero de 2012

La era de la boludez


Recordando viejos dichos, esta es la era de la boludez. Letra y voz del gran Ricardo Mollo que se aplica a la perfección a los tiempos que vivimos. Reducir esta frase a un entorno futbolero es como achicar demasiado el análisis, pero es el tema que nos ocupa en esta ocasión.  
Decir que esta semana los que integramos el ambiente futbolero mostramos nuevamente una faceta deplorable es quizás redundante porque creo que todos, en la intimidad de nuestro pensamiento, lo notamos.
Lo que pasó esta semana se calificó en muchos medios y en las redes sociales como el “Cabaret 2” de Boca, recordando aquella famosa frase de Diego Latorre allá por los años 90. Sin embargo lo cierto es que el Cabaret, en este caso, excedió a Boca y nos pegó a todos. Quedó al descubierto lo peor de nosotros como consumidores, lo peor de los periodistas como comunicadores y lo peor de los protagonistas  que nunca lograron recuperar el manto de seriedad y cordura. Me pregunto sinceramente en qué momento lo que pasa adentro de un vestuario pasó a ser tema nacional. Periodistas, directores técnicos, jugadores y hasta nosotros mismos, desde la comodidad de un teclado, nos aventuramos a opinar, a señalar, a tejer teorías conspirativas y hasta de definir la hombría de bien o mal de un jugador o DT. Bastaba con prender el televisor, la radio o navegar por internet o leer nuestra lista de twitter para encontrarnos con una opinión o directamente con una sentencia absoluta. Primero se habló de Riquelme, después de Falcioni, hasta se habló de traiciones por parte de jugadores del “riñón del DT”. Escuché a los interlocutores de siempre que auguraban una imposible continuidad de Falcioni. En un día se dijo de todo, se anunciaron renuncias, se cambiaron titulares, se armaron hastags twitteros defendiendo a un personaje o al otro y hasta se consultó a cuanto protagonista se cruzara al frente de un micrófono para que de su parecer y fije posición. Como hincha de Independiente me tocó ver una situación curiosa en la que un medio entrevistaba a un jugador de mi equipo (Roberto Battión) y se le preguntaba qué opina de Falcioni y cómo es el DT. Me indignó tanto ver la necesidad de encontrar una declaración polémica que automáticamente cambié de canal y no quise escuchar nada más sobre el tema. Al fin de cuentas me pregunto cómo puede un jugador dar una opinión sobre algo que desconoce.
Hoy me levanté y pensé que el “escándalo” se había terminado, pero me equivoqué, me encontré con periodistas esperando “disculpas públicas” de Julio César Falcioni. Una cosa increíble, ¿hasta dónde llegó nuestro nivel de morbo para pedir semejante locura?
Estamos a viernes y hoy se juega una fecha de la cual nadie habla, el negocio pasa por otro lado. El periodismo mostró nuevamente un costado, al menos, cuestionable, pero no nos olvidemos que si nosotros no consumimos la oferta cambia. Nosotros consumimos el mismo circo que repudiamos. No es de extrañar que se juegue cada vez peor si nuestro punto de atención está totalmente alejado de lo que pasa adentro de una cancha.  Pero claro está, para hablar de fútbol hay que saber, para hablar de conventillos somos todos sociólogos, psicólogos y hasta moralistas.
Mañana el conflicto será otro, pero no nos preocupemos, porque la era de la boludez le da de comer a todos. ¿Se puede cambiar? No sé, capaz que si aprendemos a darle la espalda a lo que no  queremos podamos lograr un mínimo de seriedad, hablar más de fútbol y menos de botineras, conspiraciones, peleas, egos y toda la basura mediática que estamos consumiendo.

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