Recordando viejos dichos, esta es la era de la boludez.
Letra y voz del gran Ricardo Mollo que se aplica a la perfección a los tiempos
que vivimos. Reducir esta frase a un entorno futbolero es como achicar demasiado
el análisis, pero es el tema que nos ocupa en esta ocasión.
Decir que esta semana los que integramos el ambiente
futbolero mostramos nuevamente una faceta deplorable es quizás redundante
porque creo que todos, en la intimidad de nuestro pensamiento, lo notamos.
Lo que pasó esta semana se calificó en muchos medios y en
las redes sociales como el “Cabaret 2” de Boca, recordando aquella famosa frase
de Diego Latorre allá por los años 90. Sin embargo lo cierto es que el Cabaret,
en este caso, excedió a Boca y nos pegó a todos. Quedó al descubierto lo peor
de nosotros como consumidores, lo peor de los periodistas como comunicadores y
lo peor de los protagonistas que nunca
lograron recuperar el manto de seriedad y cordura. Me pregunto sinceramente en
qué momento lo que pasa adentro de un vestuario pasó a ser tema nacional.
Periodistas, directores técnicos, jugadores y hasta nosotros mismos, desde la
comodidad de un teclado, nos aventuramos a opinar, a señalar, a tejer teorías
conspirativas y hasta de definir la hombría de bien o mal de un jugador o DT.
Bastaba con prender el televisor, la radio o navegar por internet o leer
nuestra lista de twitter para encontrarnos con una opinión o directamente con
una sentencia absoluta. Primero se habló de Riquelme, después de Falcioni,
hasta se habló de traiciones por parte de jugadores del “riñón del DT”. Escuché
a los interlocutores de siempre que auguraban una imposible continuidad de
Falcioni. En un día se dijo de todo, se anunciaron renuncias, se cambiaron
titulares, se armaron hastags twitteros defendiendo a un personaje o al otro y
hasta se consultó a cuanto protagonista se cruzara al frente de un micrófono
para que de su parecer y fije posición. Como hincha de Independiente me tocó
ver una situación curiosa en la que un medio entrevistaba a un jugador de mi
equipo (Roberto Battión) y se le preguntaba qué opina de Falcioni y cómo es el
DT. Me indignó tanto ver la necesidad de encontrar una declaración polémica que
automáticamente cambié de canal y no quise escuchar nada más sobre el tema. Al
fin de cuentas me pregunto cómo puede un jugador dar una opinión sobre algo que
desconoce.
Hoy me levanté y pensé que el “escándalo” se había
terminado, pero me equivoqué, me encontré con periodistas esperando “disculpas
públicas” de Julio César Falcioni. Una cosa increíble, ¿hasta dónde llegó
nuestro nivel de morbo para pedir semejante locura?
Estamos a viernes y hoy se juega una fecha de la cual nadie
habla, el negocio pasa por otro lado. El periodismo mostró nuevamente un
costado, al menos, cuestionable, pero no nos olvidemos que si nosotros no
consumimos la oferta cambia. Nosotros consumimos el mismo circo que repudiamos.
No es de extrañar que se juegue cada vez peor si nuestro punto de atención está
totalmente alejado de lo que pasa adentro de una cancha. Pero claro está, para hablar de fútbol hay que
saber, para hablar de conventillos somos todos sociólogos, psicólogos y hasta moralistas.
Mañana el conflicto será otro, pero no nos preocupemos,
porque la era de la boludez le da de comer a todos. ¿Se puede cambiar? No sé,
capaz que si aprendemos a darle la espalda a lo que no queremos podamos lograr un mínimo de seriedad,
hablar más de fútbol y menos de botineras, conspiraciones, peleas, egos y toda
la basura mediática que estamos consumiendo.
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