Dicen por ahí que si uno sabe que lo van a estafar y no hace
nada por evitarlo no existe estafa sino estupidez. Algo de eso hay en el tema
de la semana del fútbol argentino que, una vez más, nos deja a todos los que
estamos convencidos de la necesidad de un cambio con una sensación de
impotencia.
Allá por los
comienzos del torneo cuando Boca Juniors anunciaba la contratación de Santiago
Silva, con la aclaración de que se trataba sólo de un refuerzo para la Copa
Libertadores, los memoriosos augurábamos
este desenlace. En estos días se confirmó: Santiago Silva podrá disputar el
torneo argentino.
Una vez más, la ley se tuerce a favor de un equipo poderoso.
Ya no llama la atención que Boca incurra en este tipo de “controversias”, pero
la culpa en este caso lo excede. Los clubes del fútbol argentino, en casi su
totalidad, aprobaron esta decisión. Nuestros
representantes dejaron por un rato de lado el compromiso de defender nuestros
intereses y actuaron en pos de intereses ajenos. El “por un rato” es sólo
una expresión idiomática ya que nos tienen acostumbrados a este tipo de
comportamientos, absolutamente contrarios a los que su mandato los obliga.
Hace días, en este mismo espacio, criticaba la cercanía de
uno de nuestros nuevos dirigentes con la máxima autoridad de AFA y repudiaba
cualquier tipo de “colaboración desinteresada” por parte del otrora ferretero.
No pasó mucho tiempo para que mis sospechas se confirmen ya que días después
este dirigente dio su primer voto positivo, su primera devolución de
gentilezas. Sería injusto caerle sólo a un dirigente cuando esto es
generalizado, pero lo remarco porque me sorprendió ver tan rápidamente le
eficacia de aquél aval otorgado por Julio Grondona allá por comienzos de año al
club presidido por este dirigente.
¿Alguna vez
entenderán nuestros representantes que lo que ellos reciben como “ayuda” se
trata de una compra de voluntades que sigue destruyendo las bases institucionales
de nuestro fútbol? Quizás lo saben y el negocio les sigue cerrando. A los
que no les cierra es a los clubes y a los socios de esos clubes, que a pesar de
la “desinteresada” colaboración de AFA siguen devastados.
Decisiones como la de
esta semana no hacen otra cosa que alejarme de un fútbol que supe disfrutar. No es casualidad que el nivel de juego sea
tan bajo, sabiendo que los partidos y los torneos se definen cada vez más las
oficinas de AFA y cada vez menos en los estadios.
Lo más grave de todo es que lo que antes nos sorprendía y
nos indignaba, hoy lo anticipamos y hasta lo justificamos. Hay cuestiones en las que es necesario que plantemos bandera y
exijamos seriedad, ésta es una de ellas.